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El entusiasmo por el marxismo

Marx con su hija Jenny von Westphalen Es cierto, la democracia es un sistema político y el capitalismo es un sistema económico. De igual manera… De la misma manera hay que reconocer que el totalitarismo no necesariamente va de la mano del socialismo o la justicia. Hay quien no quería, bajo ningún concepto, condenar los crímenes de Stalin, igual hoy con Fidel y con Maduro.   Sobre la ideología: el marxismo es una religión para muchos, cuando tercamente no quieren reconocer la realidad, como los que por sus prejuicios religiosos no quieren admitir la evolución de las especies.  Aun cuando el socialismo marxista ha fracasado luego de casi cien años de experimentos no lo quieren admitir. Es como cuando los católicos defienden al Vaticano a rajatabla, o cuando los nazis justificaban a Hitler.  La ciencia es una ideología, pero no es lo mismo imaginarse cosas que hacer experimentos, y examinar los resultados, aparte de imaginarse cosas.  Vamos a darle la espalda, en la medida

Juzgar como proyección del resentimiento

Jean Béraud, La Magdalena en casa del fariseo Una de las características de los fariseos es juzgar a los demás desde la perfección de la propia vida. Un verdadero cristiano no juzga. Está el caso de la empleada en el consultorio de un médico que a cada paso saboteaba las órdenes del médico. Una compañera un día le preguntó: “Oye, ¿Qué pasa?”  Con un tono rencoroso le dijo, “Lo vieron salir de una casa donde se practican abortos”. Su juicio sobre la persona del médico justificaba su conducta hacia él.   Pero las apariencias engañan. El doctor fue a aquella casa a socorrer una infeliz a quien alguien, que no era un médico, intentó practicarle un aborto. A veces nos convertimos en los jueces justicieros de las personas y sin pensarlo mucho nos vengamos de su supuesta maldad. Pero es que no hay maldad tan grande que pueda justificar otra maldad.  La actitud cristiana se puede ver en el evangelio de Mateo capítulo 7 versículo 1.  .........................

Unos pensamientos sobre la pobreza

La pobreza es una enfermedad, no es una condición normal. Mucho menos se le puede considerar como una virtud, como no se puede considerar virtud la falta o la ausencia de una perfección. Como la salud humana, la salud económica de las sociedades nunca será perfecta. En la historia de la medicina se diagnosticó de manera reduccionista, es decir, reduciendo todas las diversas condiciones de salud a una sola causa. Ese fue el caso de la teoría de los humores de Aristóteles, lo mismo que la teoría del exceso de sangre que llevó a la práctica de sangrar la gente que duró siglos, que se recetaba como remedio para todo tipo de enfermedades graves, hasta para la tristeza. Todas las enfermedades se reducían al balance de los humores y la cantidad de sangre. Imaginar solamente que alguien tiene fiebre y está enrojecido. “Se ve que es exceso de sangre,” dirá el médico. Le practican el sangrado. La persona se torna pálida y fría. “¿Ve que funciona?,” dirá el médico. De la misma manera h

El ayuno cuaresmal, Parte 2

Uno se dice, "Otra vez lo mismo de todos los años".  Pero es que hay que estar en alerta continua, porque fácilmente nos descuidamos y terminamos como unos burgueses despreocupados o peor aún, fanáticos de un tipo de catolicismo que no es cristiano. Por eso una vez al año tenemos que volver sobre lo fundamental en nuestra fe. Pero lo fundamental en la fe puede que no sea lo que muchos piensan. Antes los monjes llevaban una vida austera y se les veía como practicando el verdadero cristianismo, que los laicos por su debilidad no podían practicar. Por eso en Cuaresma los laicos también intentaban vivir como los monjes, porque se suponía que eso fuese el modo correcto de ser cristiano.  Pero luego nos hemos dado cuenta de que eso no es así. Nos dimos cuenta de que no hay católicos/cristianos de primera clase y otros de segunda clase. Eso se entendía en tiempos de las aristocracias y las monarquías. En estos tiempos democráticos vemos que más importante que ser monje es ser

El puritanismo socialista... nacionalista o populista

Una de las maldiciones de los tiempos modernos se ha dado cuando los puritanos de la sociedad han alcanzado el poder.  Tal fue el caso de Cromwell en la Inglaterra del siglo 17. Igual, la Francia del Terror en la época de Robespierre.  Así también la Rusia de los comités soviéticos ya comenzando con Lenin. Lo mismo en la China de Mao, expresada claramente en la Revolución Cultural de finales de los años 1960.  Eso también se dio con los nazis, los nacionalsocialistas de Alemania y España, porque nótese que la vida diaria en todas esas sociedades de gobernantes totalitarios termina conformándose a un patrón análogo.  Y es que el mundo no se mueve con la rectitud y la verdad, punto. No es que podemos pretender que todos nos debemos convertir en ángeles.  Pero los predicadores puritanos piensan que ser ángeles es algo posible y que saben cosas que los demás no sabemos. Lo que ellos saben les parece tan cierto que debería ser algo evidente para todo el mundo.  Por eso creen

Sobre el ecumenismo

La dificultad que algunos todavía hoy tienen con el ecumenismo deriva de pensar, por ejemplo, que si la verdad es una, cómo es posible que alguien diga que hay muchas verdades. De igual modo que Cristo es uno, así sólo puede haber una iglesia verdadera, indivisible y sin contradicciones. Es algo parecido a pensar que no es posible que muchos contables obtengan diferentes resultados de la misma suma.   Pero la verdad de una realidad humana no es lo mismo que la verdad de una realidad matemática. El “número uno” está totalmente presente en la idea del “uno”. Pero con los seres humanos y la realidad humana no sucede lo mismo que con los números. Ser “un ser humano” no es algo que está totalmente presente en la realidad o la idea de cada individuo, cada Fulano. Esto es, la realidad “humanidad” no está totalmente presente en cada individuo humano. Cada individuo concretiza la naturaleza humana de una manera específica. Pero no se puede decir que haya alguien que es “el verdadero se

San Ciprián de Cartago

Pareciera que fue en los primeros siglos del cristianismo que se demostró de manera más auténtica lo que significa nuestra fe. Esto fue a lo que nos llamó el Concilio Vaticano II, a recuperar un sentido más auténtico de nuestra fe. Es lo que nos ha vuelto a recordar Papa Francisco. En los primeros tiempos había un prejuicio contra los cristianos, como el que se tenía contra los judíos. Así que no sólo hubo persecuciones, sino que los cristianos tenían que vérselas con el prejuicio negativo contra ellos, que podía afectarles en su vida diaria y en sus gestiones con el gobierno o con los poderosos. Pues bien, para mediados del siglo 3° hubo una gran epidemia en el Imperio romano y muchos se enfermaron y muchos murieron. Fue en este tiempo cuando más llamaron la atención los cristianos, porque ellos socorrían a los enfermos y enterraban a los muertos sin importarles su vida pasada o su religión. Les llevaban comida, los limpiaban y les recortaban el pelo. Y aun les daban una b