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La fe y la caridad

“La violencia nada engendra, sólo el amor es fecundo,” decía José Miguel Agrelot a través de su personaje, el profesor Pulula. Agrelot era mejor conocido en Puerto Rico por su personaje Don Cholito.  Me acordé de esto, que él decía a manera de un chiste sabio, cuando se me ocurrió que muchos cristianos hoy día todavía tienen la mentalidad del siglo 12. Piensan que ser cristiano es ser algo así como un cruzado, empeñado en una “santa cruzada”. Piensan que a los infieles y a los herejes (y todos los que no piensan como ellos) sólo hay un modo de tratarlos, a fuego y espada.  Uno se pregunta, ¿Cómo es que desde la fe cristiana se llega a la conclusión de que hay que hacer la guerra?  (También escribo esto hoy, cuando en Estados Unidos y Puerto Rico se conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial y todos los que murieron en el campo de batalla.) Es como decir, que para algunos cristianos, igual que para los fanáticos religiosos, no hay derecho a estar equivocado. Si uno se equi

El Concilio de Trento no fue tan "tridentino"

Resulta que el Concilio de Trento no fue tan "tridentino". Estuve leyendo el libro de John O'Malley sobre la historia de Trento y resulta muy interesante descubrir que los padres de ese concilio no fueron tan "tradicionalistas" como los nuestros hoy día.  En Trento los padres conciliares nunca decidieron por su voluntad y parecer. Tenían que seguir las directrices que le llegaban del papa, el emperador de Alemania, el rey de Francia o el rey de España. Las votaciones entonces no resultaban de una verdadera reflexión teológica, sino de un juego político de poderes. En ese sentido el Concilio Vaticano II fue un concilio más auténtico, quizás el más auténtico de la historia. El emperador Carlos V, por ejemplo, recomendó que se aboliera el celibato del clero, se le diera la comunión bajo ambas especies al pueblo y otras medidas parecidas. Pero en ese momento el papa Paulo IV, el papa Carafa, famoso por su carácter fuerte, odiaba a los alemanes y a los Habsbu

Las clases privilegiadas

Goya, Marqués de San Adrián Un marinero se pregunta, “¿A qué viene que el capitán de este barco tenga esos privilegios que él tiene?” Un soldado se pregunta, “¿El teniente es un muchachito que no sabe un pepino de la vida y me va a dar órdenes a mí, un veterano de dos guerras?” Esas dos preguntas tienen mucho sentido en una sociedad corrupta, en que los puestos de honor y privilegio se adquieren por recomendaciones y conexiones con los grandes del gobierno, de los que tienen el poder. Tienen mucho sentido para los que tienen que sufrir bajo la autoridad de mequetrefes, de incompetentes, que tienen esos puestos sólo por su apellido y su clase social. Qué no decir de las niñas engreídas de esa clase de los privilegiados. Hay un paralelo claro entre esta situación y la de los franceses bajo la aristocracia de los reyes como Luis 15. También se parece a la situación del imperio de Austria o de Rusia, antes de la Gran Guerra de 1914.   En una sociedad corrupta comen los corru

El entusiasmo por el marxismo

Marx con su hija Jenny von Westphalen Es cierto, la democracia es un sistema político y el capitalismo es un sistema económico. De igual manera… De la misma manera hay que reconocer que el totalitarismo no necesariamente va de la mano del socialismo o la justicia. Hay quien no quería, bajo ningún concepto, condenar los crímenes de Stalin, igual hoy con Fidel y con Maduro.   Sobre la ideología: el marxismo es una religión para muchos, cuando tercamente no quieren reconocer la realidad, como los que por sus prejuicios religiosos no quieren admitir la evolución de las especies.  Aun cuando el socialismo marxista ha fracasado luego de casi cien años de experimentos no lo quieren admitir. Es como cuando los católicos defienden al Vaticano a rajatabla, o cuando los nazis justificaban a Hitler.  La ciencia es una ideología, pero no es lo mismo imaginarse cosas que hacer experimentos, y examinar los resultados, aparte de imaginarse cosas.  Vamos a darle la espalda, en la medida

Juzgar como proyección del resentimiento

Jean Béraud, La Magdalena en casa del fariseo Una de las características de los fariseos es juzgar a los demás desde la perfección de la propia vida. Un verdadero cristiano no juzga. Está el caso de la empleada en el consultorio de un médico que a cada paso saboteaba las órdenes del médico. Una compañera un día le preguntó: “Oye, ¿Qué pasa?”  Con un tono rencoroso le dijo, “Lo vieron salir de una casa donde se practican abortos”. Su juicio sobre la persona del médico justificaba su conducta hacia él.   Pero las apariencias engañan. El doctor fue a aquella casa a socorrer una infeliz a quien alguien, que no era un médico, intentó practicarle un aborto. A veces nos convertimos en los jueces justicieros de las personas y sin pensarlo mucho nos vengamos de su supuesta maldad. Pero es que no hay maldad tan grande que pueda justificar otra maldad.  La actitud cristiana se puede ver en el evangelio de Mateo capítulo 7 versículo 1.  .........................

Unos pensamientos sobre la pobreza

La pobreza es una enfermedad, no es una condición normal. Mucho menos se le puede considerar como una virtud, como no se puede considerar virtud la falta o la ausencia de una perfección. Como la salud humana, la salud económica de las sociedades nunca será perfecta. En la historia de la medicina se diagnosticó de manera reduccionista, es decir, reduciendo todas las diversas condiciones de salud a una sola causa. Ese fue el caso de la teoría de los humores de Aristóteles, lo mismo que la teoría del exceso de sangre que llevó a la práctica de sangrar la gente que duró siglos, que se recetaba como remedio para todo tipo de enfermedades graves, hasta para la tristeza. Todas las enfermedades se reducían al balance de los humores y la cantidad de sangre. Imaginar solamente que alguien tiene fiebre y está enrojecido. “Se ve que es exceso de sangre,” dirá el médico. Le practican el sangrado. La persona se torna pálida y fría. “¿Ve que funciona?,” dirá el médico. De la misma manera h

El ayuno cuaresmal, Parte 2

Uno se dice, "Otra vez lo mismo de todos los años".  Pero es que hay que estar en alerta continua, porque fácilmente nos descuidamos y terminamos como unos burgueses despreocupados o peor aún, fanáticos de un tipo de catolicismo que no es cristiano. Por eso una vez al año tenemos que volver sobre lo fundamental en nuestra fe. Pero lo fundamental en la fe puede que no sea lo que muchos piensan. Antes los monjes llevaban una vida austera y se les veía como practicando el verdadero cristianismo, que los laicos por su debilidad no podían practicar. Por eso en Cuaresma los laicos también intentaban vivir como los monjes, porque se suponía que eso fuese el modo correcto de ser cristiano.  Pero luego nos hemos dado cuenta de que eso no es así. Nos dimos cuenta de que no hay católicos/cristianos de primera clase y otros de segunda clase. Eso se entendía en tiempos de las aristocracias y las monarquías. En estos tiempos democráticos vemos que más importante que ser monje es ser