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La humildad

Al momento que uno se da cuenta que la tiene, se pierde la humildad. Quizás por eso vivimos sin entender a Dios, ni al mundo, ni lo que sucede en la naturaleza y entre los seres humanos.  Uno podría pensar que Dios lo dispuso así para que fuésemos humildes. Si uno entendiera a Dios, la reacción normal sería el orgullo.  O también, al entender las cosas, no sentiríamos la inquietud por construir un mundo mejor. Si entendiéramos a Dios, todo tendría sentido. Entonces no veríamos el mundo como tal.  Pasa lo mismo con las escaleras. No las vemos, porque no representan un problema. Pero el cojo y el tullido las ven, de veras que las ven. Reconocer que la vida y el mundo son un mar de dificultades nos lleva a ver el mundo y a nuestro propio vivir en el mundo. Si también creemos en Dios, es porque no sabemos ver. De cualquier modo todo esto nos lleva a ser humildes, creamos o no en Dios. De paso, creo que así se resuelve el asunto del problema del mal. Un colofón: está

El legado español

Siento gran simpatía por los españoles. Pero eso no me ciega a sus defectos. Sobre todo cuando se trata del lado negativo de sus tradiciones y su impacto sobre nuestra cultura hispana en América. Aprecio a los españoles como ellos mismos se aprecian y se critican. Pero atrévase alguien de afuera venir a criticar. En los siguientes párrafos el punto que busco proponer es: los españoles no nos pudieron  legar algo que ellos mismos no tenían. No nos podían legar la idea de la democracia participativa.  Nos legaron, sí, la idea de que hay que oponerse a toda forma de autoridad. Ser un buen español y por tanto ser un buen hispano, equivale a ser anarquista. Por eso nos oponemos y criticamos a todo lo que proponga el gobierno. España nos legó la idea de que la relación entre pueblo y gobierno es adversarial. España nos legó el caudillismo y el caciquismo. Eso implicó un tipo autoritario de gobierno, suavizado por el carisma del caudillo. Y también la idea medieval que lo más

Volver a convertirse

El Señor viene, hay que prepararse, como cuando viene a visitarnos alguien que es importante para nosotros. Imagínese usted si llega cuando menos lo esperábamos y nos sorprende desprevenidos.  _______________________________________________ Comienza el tiempo del Adviento y uno bien puede pensar: lo mismo de todos los años. ¿La misma conversión?  Es que una cosa es la “conversión” y otra, la “conversión”. Es decir, una es la primera experiencia del caer en cuenta de nuestra fe, de nuestra experiencia del encuentro con el Señor. Es la fe que Dios nos da sin que hayamos hecho algo para merecerlo y en ese momento nos damos cuenta de que hay que cambiar de vida, o de ordenar la vida según esa experiencia, y entonces respondemos a la exhortación del Bautista, a la… conversión. Todos los años recordamos esa experiencia, en Adviento-Navidad y en Cuaresma-Pascua. Este recordar y revivir responde al segundo sentido de “conversión”.  Del dicho al hecho hay un buen t

Cristo Rey

Unos años atrás me contaron de los que atacaron a palos a un grupo de manifestantes en Madrid, allá por la época del franquismo.  Un policía estaba allí y alguien se le acercó. – Haga algo, por Dios. – No puedo, porque al grito de ¡Viva Cristo Rey!… no puedo arrestarlos. Hoy nos damos cuenta del error. Ese no es el Cristo Rey de los evangelios, del anuncio de la Buena Nueva. Cristo no está en guerra contra el mundo, ni contra la sociedad contemporánea.  Cristo vino para invitarnos a la conversión y para revelarnos al Padre, para que sepamos que todos somos hijos de un mismo Dios que está en los cielos. ______________________________________________________________________________ Dietrich Bonhoeffer fue un pastor evangélico en Alemania, en tiempos de Hitler. Se opuso tenazmente a los nazis, lo que eventualmente le valió ser ajusticiado; fue ahorcado.  La oposición evangélica que presentó Bonhoeffer contrasta con la oposición diplomática que presentó el Vaticano

Domingo 30 Ciclo A

En el evangelio de este domingo Jesús apunta a lo principal: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo”. Amar al prójimo es ponerse en sus zapatos. Así se puede visualizar lo que no quiere que le hagan.  Esto implica reconocer que, igual que el prójimo, somos pecadores, pero no queremos ser condenados por nuestros pecados.  Eso, aunque nos podamos sentir avergonzados de nuestros pecados, aunque nos condenemos a nosotros mismos. Es como defender los defectos de la patria frente a los extranjeros, aunque entre nosotros acá sepamos que esos defectos los tenemos. Amar al prójimo entonces es visualizarnos en su pecado y el nuestro. Y también es visualizarnos en lo que podríamos hacer de haber estado en la situación del prójimo. Eso nos ayuda a entenderlo mejor. Jesús no vino a condenar. Vino a mostrar la misericordia de Dios.  Jesús vino a invitar a la conversión de vida. Vino para que olvidemos el pasado y p

El pastoreo

Ante el malvado, si el pastor calla por diplomacia se expone a permitir que las ovejas marchen hacia la perdición. No hay que juzgar al cristianismo a base de observar la conducta de sus pastores. Es como pensar que el cristianismo es una institución burocrática que ha tenido que transar tantas veces en la historia, por diplomacia. Es como pensar que la Iglesia, el cristianismo, son sus pastores. Los pastores son necesarios. El cristianismo vive en los miembros de la comunidad, como individuos y como comunidad. El verdadero pastor es Cristo. Los pastores le facilitan a los cristianos su vida de fe en Cristo y con Cristo. Los pastores tienen que alternar y compartir con los malvados, los que llevan una vida de pecado. Lo tienen que hacer siguiendo el ejemplo de Jesús. No hay duda sobre el papel de Jesús entre los pecadores cuando comía y bebía y compartía con ellos. Otra cosa es la diplomacia. Los hay que se van a los extremos. Está el que siembra discordia en la comuni

Interpretaciones de la Biblia

“No tendrás otros dioses frente a mí.” (Exodo 20) ¿Es que existen otros dioses que debemos ignorar? ¿Es que Dios está celoso de esos otros dioses? Habrá quien diga que no, que ese pasaje bíblico se refiere a rechazar los ídolos. Si hubiera dicho “ídolos” estaría claro. Pero aun si hubiera dicho “dioses falsos”, todavía habría duda. Porque dejaría margen a pensar que esos dioses existen y son “falsos” (embusteros, engañadores, o…que no son dioses de verdad). O bien se refiere a los profetas o representantes de esos dioses. No importa la interpretación que le demos, sigue siendo eso, interpretación. No es que uno decida no tomar la Biblia al pie de la letra. Es que simplemente no se puede. Igual que uno no puede volar. Para eso hay que "interpretar", es decir, averiguar las leyes para hacer un avión.