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Las tentaciones de Jesús en el desierto

El que se crea que puede llegar a un estado espiritual en que ya no peque es un iluso. El que crea que los santos no pecaron está en la luna. Dadas las condiciones apropiadas podríamos serle infiel a Dios, pecar. Es como serle infiel a la esposa o el esposo. Hasta que no llega el momento de la verdadera tentación, uno nunca sabe. Es como los que se han dejado corromper por el dinero, o por la droga. Como los que han hecho carrera eclesiástica olvidándose que se supone que son pastores. Esto incluye a los reverendos y reverendas en denominaciones no católicas. Las condiciones apropiadas se dieron y algunos ni se enteraron de la bifurcación de los caminos. Tenemos hambre y eso es normal. Nos interesa que los demás tengan una opinión de nosotros y tenemos vanidad, eso es normal. Nos gusta tener poder y mandar, es normal.  Es natural que, si pudiéramos, nos gustaría llegar a tener una vida de millonarios.  Las tentaciones de Jesús en el desierto son parte de la condición

El punto de vista de un cristiano

Una reflexión de Cuaresma Ser afortunado es muy bueno. Rogamos que dure toda la vida. Sabemos que un abrir y cerrar de ojos podemos caer en la miseria. Igual, con nuestra inteligencia o nuestra buena salud. En esta vida se pueden ganar muchas cosas y también heredarlas. Y también esa fortuna no es algo estático. Aumenta y disminuye. Lo mismo podemos decir de la fe. Hemos recibido la fe y por momentos aumenta y disminuye. Y también se puede perder en cualquier momento. Los fariseos olvidan esto. Se sienten sabelotodos y sin pensarlo mucho se obsesionan con los que no piensan como ellos, porque conciben la fe como un cumplimiento de unas normas o la creencia en unas doctrinas. Algunos fariseos dedican su vida a luchas contra los enemigos, es decir, contra los herejes y los que no aceptan su moral estricta. Algunos parecieran que sienten un placer morboso al condenar a los otros. De ahí pasan al orgullo de sentirse superiores, aun de manera inconsciente.  Algunos fariseos vis

Domingo 4 Tiempo Ordinario, Ciclo B

“Se le metió el diablo por dentro”. Para mí el escenario pudo haber sido éste: –“Predicaba con autoridad” - denunciaba sin apoyarse en citas; contradecía las enseñanzas recibidas, denunciaba las hipocresías farisaicas. – Uno salió gritando: “Qué tienes que ver con nosotros; qué vienes a hacer”. Fue uno que le dio crisis porque se estaba cuestionando todo lo que él había creído o practicado hasta entonces. “Nosotros” serían los presentes. Se expresó con vehemencia, “como un poseído”. – Jesús lo confronta y le ordena; él da alarido y se tranquiliza. En nuestra experiencia del mal y de la actividad de los “poseídos”, el diablo se apodera de alguien y le lleva a cometer crímenes horrendos. Son los psicópatas, los dementes, los paranoicos, los locos peligrosos. A veces uno llega a pensar que para ser político y llegar a ser gobernante hay que estar un tanto desajustado también, o al menos tener algún defecto cerebral que le deja insensible al dolor de los demás, a las

La humildad

Al momento que uno se da cuenta que la tiene, se pierde la humildad. Quizás por eso vivimos sin entender a Dios, ni al mundo, ni lo que sucede en la naturaleza y entre los seres humanos.  Uno podría pensar que Dios lo dispuso así para que fuésemos humildes. Si uno entendiera a Dios, la reacción normal sería el orgullo.  O también, al entender las cosas, no sentiríamos la inquietud por construir un mundo mejor. Si entendiéramos a Dios, todo tendría sentido. Entonces no veríamos el mundo como tal.  Pasa lo mismo con las escaleras. No las vemos, porque no representan un problema. Pero el cojo y el tullido las ven, de veras que las ven. Reconocer que la vida y el mundo son un mar de dificultades nos lleva a ver el mundo y a nuestro propio vivir en el mundo. Si también creemos en Dios, es porque no sabemos ver. De cualquier modo todo esto nos lleva a ser humildes, creamos o no en Dios. De paso, creo que así se resuelve el asunto del problema del mal. Un colofón: está

El legado español

Siento gran simpatía por los españoles. Pero eso no me ciega a sus defectos. Sobre todo cuando se trata del lado negativo de sus tradiciones y su impacto sobre nuestra cultura hispana en América. Aprecio a los españoles como ellos mismos se aprecian y se critican. Pero atrévase alguien de afuera venir a criticar. En los siguientes párrafos el punto que busco proponer es: los españoles no nos pudieron  legar algo que ellos mismos no tenían. No nos podían legar la idea de la democracia participativa.  Nos legaron, sí, la idea de que hay que oponerse a toda forma de autoridad. Ser un buen español y por tanto ser un buen hispano, equivale a ser anarquista. Por eso nos oponemos y criticamos a todo lo que proponga el gobierno. España nos legó la idea de que la relación entre pueblo y gobierno es adversarial. España nos legó el caudillismo y el caciquismo. Eso implicó un tipo autoritario de gobierno, suavizado por el carisma del caudillo. Y también la idea medieval que lo más

Volver a convertirse

El Señor viene, hay que prepararse, como cuando viene a visitarnos alguien que es importante para nosotros. Imagínese usted si llega cuando menos lo esperábamos y nos sorprende desprevenidos.  _______________________________________________ Comienza el tiempo del Adviento y uno bien puede pensar: lo mismo de todos los años. ¿La misma conversión?  Es que una cosa es la “conversión” y otra, la “conversión”. Es decir, una es la primera experiencia del caer en cuenta de nuestra fe, de nuestra experiencia del encuentro con el Señor. Es la fe que Dios nos da sin que hayamos hecho algo para merecerlo y en ese momento nos damos cuenta de que hay que cambiar de vida, o de ordenar la vida según esa experiencia, y entonces respondemos a la exhortación del Bautista, a la… conversión. Todos los años recordamos esa experiencia, en Adviento-Navidad y en Cuaresma-Pascua. Este recordar y revivir responde al segundo sentido de “conversión”.  Del dicho al hecho hay un buen t

Cristo Rey

Unos años atrás me contaron de los que atacaron a palos a un grupo de manifestantes en Madrid, allá por la época del franquismo.  Un policía estaba allí y alguien se le acercó. – Haga algo, por Dios. – No puedo, porque al grito de ¡Viva Cristo Rey!… no puedo arrestarlos. Hoy nos damos cuenta del error. Ese no es el Cristo Rey de los evangelios, del anuncio de la Buena Nueva. Cristo no está en guerra contra el mundo, ni contra la sociedad contemporánea.  Cristo vino para invitarnos a la conversión y para revelarnos al Padre, para que sepamos que todos somos hijos de un mismo Dios que está en los cielos. ______________________________________________________________________________ Dietrich Bonhoeffer fue un pastor evangélico en Alemania, en tiempos de Hitler. Se opuso tenazmente a los nazis, lo que eventualmente le valió ser ajusticiado; fue ahorcado.  La oposición evangélica que presentó Bonhoeffer contrasta con la oposición diplomática que presentó el Vaticano