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Cuando los monjes viven mejor que los pobres

Hoy, al leer la hagiografía de Santo Domingo de Guzmán en El Testigo Fiel , se me ocurrió el siguiente diálogo en el tribunal de la inquisición en Venecia, en algún momento del siglo quince. –Verá usted. Cuando me siento más miserable y con más hambre y, mire usted, con más frío.... pienso en los ricos y en lo bueno que lo pasan. Pero entonces pienso cómo sería si yo fuera rico...  Entonces pienso en el cielo. Sí, en el cielo voy a vivir como rico. Pienso: la felicidad de los ricos es no tener que darle cuentas a nadie y comer lo que se les antoje. Es vestir con vestidos caros y elegantes y verse bellos. Todos los ricos se ven bellos de la manera que visten. Y tienen alguien que los bañe y les lave la cabeza y les ponga ungüento en la cabeza y por eso sus mujeres siempre se ven bellas. Los pobres siempre nos veremos andrajosos, apestosos, y con los pelos despeinados y “endurecidos”, apelmazados por la lluvia y el sol.  Los pobres somos felices a nuestro modo. No te

La misa tradicional y los manuscritos iluminados, una comparación

En tiempos del Renacimiento habría quien denunciara enérgicamente que se estaba olvidando la belleza de los manuscritos iluminados.  Resultaba más barato, y hasta más lucrativo, producir los libros en una imprenta, por cantidades. Más aún, los libros hechos a mano eran tan caros, que sólo la Iglesia y los grandes aristócratas podían comprarlos. Al poder imprimir libros en grandes cantidades, aun con ilustraciones y grabados,  cada libro se podía vender más barato, mucho más barato.   Producir un manuscrito iluminado era bien costoso. Había que mantener un equipo de escribanos durante varios años, más el costo de los pergaminos, del papel y la tinta. Y también, para llegar a ser un buen calígrafo se tomaban años. Si se ve el manuscrito iluminado como una obra de arte, entonces valía la pena.  Pero para el siglo quince había mucha curiosidad por la información que había en los libros. Había una demanda por los libros como objetos de lectura.   Entonces, no es lo mismo obt

El instinto moral, Parte 2

Científico de "la revolución verde" que alimentó a más pobres que Madre Teresa de Calcutta El español Ramiro de Maeztu dijo, allá por la primera mitad del siglo 20, que un cristiano podía desprenderse de toda su riqueza y dársela a los pobres, pero ahí terminaba todo. Mejor era fundar una fábrica y darle de comer a muchos empleados por años venideros. Le recuerdo a mis lectores mi ensayo publicado en este Blog el 17 de enero de 2008 sobre "El instinto de moralidad". Igual que con aquel ensayo, los siguientes párrafos están basados en lo que plantean Steven Pinker, Richard Restak y homólogos. Desde hace ya tiempo, alrededor de unos treinta años o más, se ha observado que los que tienen accidentes y se les afecta el área frontal del cerebro, pierden sentido de sus emociones y de su moralidad. De haber sido antes personas muy correctas, luego del accidente son irresponsables y hasta peligrosos en algunos casos. Se ha podido demostrar que en casos psicopático

Sobrecalentamiento global y desarrollo sostenible

Papa Francisco publica una encíclica sobre nuestras responsabilidades ecológicas. Lo que sigue no pretende sustituir lo que dice el documento, sólo se hace eco de la preocupación. El meollo de este ensayo fue escrito en el 2008, cuando Papa Benedicto planteó por primera vez la moralidad de nuestra actuación respecto a la naturaleza. Algunas páginas asociadas a este tema: – RealClimate.org – Beware Casting Pope Francis as a Caped Climate Crusader – Leaked encyclical text puts climate change on humans, calls for wide-ranging changes     El planeta se sigue sobrecalentando, las capas polares de derriten, la población sigue multiplicándose desenfrenadamente, y en cualquier momento somos víctimas de algún atentado de terrorismo ecológico (como el envenenamiento premeditado de los lagos y acuíferos). No hay que olvidar que también, en cualquier momento, un enorme asteroide puede chocar con nuestro planeta. Pero a pesar de todo, nos podemos sentir optimistas. La

Corpus Christi y la pastoral

En el 2005, el domingo 29 de mayo, asistí a la misa en cierta parroquia. El sacerdote, puertorriqueño y sinceramente tradicionalista (fue formado en los seminarios franquistas), antes de comenzar la celebración nos dijo que los que no habíamos cumplido con el precepto de obligación de Corpus Christi el jueves anterior, estábamos en pecado mortal. Que por tanto no podíamos comulgar. Ni sabía que el jueves anterior se había celebrado esa fiesta. Para los que trabajan, de todos modos, no hubiera sido posible asistir a misa. Pero el sacerdote omitió esos atenuantes: no hay pecado cuando hay ignorancia o impedimento. Pienso lo que sigue, puedo estar equivocado. Fue correcto en términos de disciplina eclesiástica. No fue correcto en términos de pastoral. No es que la pastoral dicte que hay que diluir la doctrina. Ver el asunto en términos pastorales significa buscar el método de presentar la doctrina. Más aún, significa presentar la doctrina al modo auténticamente evangélico, es

Miguel Serveto, antitrinitario

Miguel Serveto Ya está en imprenta mi publicación sobre los reformadores italianos, que probablemente saldrá a fines de este año. Uno de esos reformadores italianos, Fausto Sozzino, fue influenciado por Serveto y sus argumentos antitrinitarios. Para escapar de la Inquisición Fausto Sozzino salió de Italia y terminó siendo uno de los fundadores de los unitarios. Los unitarios no creían en la Trinidad y fueron considerablemente numerosos en Europa, en los siglos 17–19. Después de los luteranos, fueron el grupo más importante en Alemania, en época de la Guerra de los Treinta Años (1618–48). En mi libro seguí el género epistolar de narración, en que se simula estar escribiéndole una carta a alguien. A continuación, un pasaje de mi libro sobre este tema. ***** Miguel Serveto fue un verdadero espíritu inquieto que se metió en todo el saber, porque cultivó tanto las ciencias, como las matemáticas y el humanismo religioso. Él fue el que descubrió la circulación de la sangre en l

La comunidad parroquial en Pentecostés

Lo que sigue relata mi experiencia un día de Pentecostés en misa. Llegué unos minutos antes de que comenzara la misa, en la solemnidad de Pentecostés. El templo se fue llenando de feligreses y prácticamente se llenó completo. Diría que entre los asistentes el más joven tendría 55 años. Aunque sí, hubo algunas excepciones entre los 30 y los 45. Noté que habían unos velones dentro de envases de cristal rojo oscuro, o color granate, sobre el altar. Es que, litúrgicamente, sobre el altar no se debe poner nada, por el sentido de su sacralidad. Pero los que ven la misa con énfasis en el aspecto de sacrificio y sacramento, se preocupan más de otras cosas, como el uso del latín. De todos modos, el cristal granate era tan denso que no se podía saber si los velones estaban encendidos. Me imagino que compraron varios envases granates para velones que normalmente se usan para indicar la presencia del Santísimo en el Sagrario y alguien decidió usarlos para la misa. Algo acertado fue l