El tema de este domingo es el de Jesús como la vid. "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador," dice Jesús en el evangelio de hoy, tomado del capítulo 15 del evangelio según san Juan. Al usar esta imagen Jesús evoca a su vez la figura del Padre en su relación a su pueblo escogido, en el profeta Isaías 5,1. Ya antes el profeta Oseas formuló esa imagen de Israel como la viña del Señor (Oseas 10,1). La misma imagen aparece en Jeremías 2,21. De igual manera que Jesús anuncia su divinidad en comunión con el Padre al asumir la identidad de "Hijo del Hombre" y al hablar de sí mismo como el camino al Padre, aquí también asume esa identidad al hablar de sí mismo como el tronco de la vid que es el pueblo de Dios. "En él vivimos, nos movemos y existimos" dirá san Pablo en Hechos 17,28. Es que el encuentro con Jesús y el bautismo en el Espíritu nos vivifican, nos hacen partícipes de la vida misma de Dios. Es lo que dice san Pedro en su primera carta (1 Ped
Este domingo se dedica al tema de Jesús, el Buen Pastor. La primera lectura continúa con el discurso de Pedro iniciado el domingo pasado y que es un ejemplo de lo que fuera la primera predicación de la Buena Nueva entre los cristianos: Jesús, el que fuera ajusticiado sobre la cruz resucitó triunfante y ofrece a todos la salvación. Notemos en síntesis la historia de la salvación: Dios creó el mundo como un paraíso para el disfrute de todos los seres vivientes, desde los microorganismos hasta los humanos. Los seres vivientes somos incapaces de ver mucho más allá de nuestras necesidades inmediatas y para que visualizáremos nuestro destino final con el Padre, para eso se necesitó la Revelación, el hablar de Dios a nosotros, la Palabra. En otros tiempos Dios nos habló por Moisés y por los patriarcas y luego por boca de los profetas y finalmente nos ha hablado en la persona de su propio hijo, Jesucristo. Nosotros no lo buscamos, sino que Dios nos buscó primero. Se nos reveló mediante el pue