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Mostrando las entradas de octubre, 2018

Domingo 30, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Jeremías 31,7-9. El pasaje anuncia un gran regocijo porque “El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel”. Dios anuncia que traerá hasta Jerusalén a los israelitas dispersos, “os congregaré de los confines de la tierra”. Es el retorno de los que fueron llevados al cautiverio de los asirios y babilonios, lejos de su patria. Ahora pueden volver, como una gran multitud que inunda los caminos. Fueron arrastrados como ganado, “Se marcharon llorando,” pero ahora, “los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán”. Volverán, sí, como una vez también vagaron por el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida. Ahora también volverán, del país del norte.  En la multitud vendrán todos, aun los enfermos, los cojos, los ciegos, las preñadas y paridas. Dios anuncia por boca de Jeremías, “…los guiaré entre consuelos… Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito”. Comentario breve

Hiram Hisanori Kano

(Traducido y editado, de http://satucket.com/lectionary/Hiram_Kano.htm ) El Reverendo Hiram Hisanori Kano (1889-1986), un sacerdote episcopal conocido por algunos como el "Santo de Nebraska y Colorado", fue un misionero agrícola de origen japonés en el oeste de Nebraska y un pastor de soldados estadounidenses encarcelados por haber salido de su campamento sin permiso, cuando él mismo estuvo preso durante la reclusión de japoneses estadounidenses en campamentos, en la Segunda Guerra Mundial. Las iglesias en las diócesis de Nebraska y Colorado celebran el día de un santo para el Padre. Kano anualmente. P. Kano, que era de una familia muy conocida en Tokio, recibió una maestría en agricultura de la Universidad Estatal de Nebraska. A principios de la década de 1920 el obispo George Allen Beecher del Distrito Misionero de Nebraska Occidental reconoció en el agricultor y educador Kano al misionero que buscaba para llamar a los japoneses de Nebraska al pueblo de Dios.

Domingo 29, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Isaías 53,10-11. Son unos versículos del Canto al Siervo de Yahvé. “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación,” nos dice. Por eso prolongará sus años y verá su descendencia. Es que, “lo que el Señor quiere prosperará por su mano”. El Canto al Siervo de Yahvé siempre ha intrigado. Quién sabe, pienso, si se entremezclaron, ya desde la primera producción del manuscrito, líneas de diversos contextos. Por un lado, dice que Dios quiso triturarlo y entregar su vida; por otro, si al Señor le parece le hará prosperar.  Que Dios es soberanamente libre para hacer lo que le parezca, eso es innegable. En la tardía Edad Media los escolásticos se plantearon esto mismo. ¿Quiénes somos para imponerle a Dios lo que tiene que hacer? No es posible obligar a Dios con nuestras oraciones y penitencias y cosas parecidas.  No es que uno puede llegar al cielo y obligar a Dios a darle a uno el boleto

Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de la Sabiduría 7,7-11. El autor canta alabanzas a la Sabiduría: “La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza”. El dinero y las riquezas materiales no tienen valor para el sabio; tampoco para el cristiano. De esta manera se anuncia el tema del evangelio del hoy, el rol de las riquezas en el horizonte de la fe cristiana.  La sabiduría es el valor mayor, superior a todos en esta vida. “La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables”. La sabiduría, dirán luego los autores cristianos, es una participación en la misma mente de Dios. Es amar y apreciar lo creado como Dios mismo ama y comprende el mundo, las cosas, los seres humanos. Ser sabio es como descansar en el espíritu de Dios. El salmo responsorial canta los versículos del Salmo 89,12-13