Jordaens, Diógenes el cínico Primera Lectura Sirac 3,17-18.20.28-29. El pasaje de la primera lectura anuncia el tema que encontraremos en el evangelio de hoy, la humildad: “Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que el hombre generoso”. Es mejor hacerse pequeño en las grandezas humanas y así Dios nos mirará con agrado. Porque Dios revela sus secretos a los humildes. Por eso, porque sólo los humildes conocen los secretos de Dios, es una pérdida de tiempo tratar de “curar las heridas” de los cínicos, nos dice. Los humildes son sabios y aprecian las palabras de los sabios y esa sabiduría les dará alegría. No hay que curar las heridas de los cínicos. En aquella época los filósofos de la escuela de los cínicos a menudo vivían como deambulantes, al estilo de Diógenes el cínico. Se les veía sucios y abandonados, mientras se reían de los que pasaban en sus afanes por “las cosas de este mundo”. Tenían llagas en su cuerpo, igual que los deambulante
Carlos Ramos Mattei