Hoy, al leer la hagiografía de Santo Domingo de Guzmán en El Testigo Fiel , se me ocurrió el siguiente diálogo en el tribunal de la inquisición en Venecia, en algún momento del siglo quince. –Verá usted. Cuando me siento más miserable y con más hambre y, mire usted, con más frío.... pienso en los ricos y en lo bueno que lo pasan. Pero entonces pienso cómo sería si yo fuera rico... Entonces pienso en el cielo. Sí, en el cielo voy a vivir como rico. Pienso: la felicidad de los ricos es no tener que darle cuentas a nadie y comer lo que se les antoje. Es vestir con vestidos caros y elegantes y verse bellos. Todos los ricos se ven bellos de la manera que visten. Y tienen alguien que los bañe y les lave la cabeza y les ponga ungüento en la cabeza y por eso sus mujeres siempre se ven bellas. Los pobres siempre nos veremos andrajosos, apestosos, y con los pelos despeinados y “endurecidos”, apelmazados por la lluvia y el sol. Los pobres somos felices a nuestro mo...
Carlos Ramos Mattei