Este año el domingo cuarto de Adviento cae en la misma víspera de Navidad, 24 de diciembre. El evangelio de hoy y el evangelio de mañana (Navidad) nos presentan ambos de manera explícita el misterio de nuestra fe que ahora celebramos: Jesús como Palabra del Padre. «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,» nos dice la epístola a los Hebreos 1,1-3. Esto es lo que celebramos y nos llena de alegría, que Dios no se olvida de nosotros y nos ofrece el camino a la felicidad eterna, que es el mismo Jesús, que nos dijo, «Yo soy el camino» (Juan 14,6). Ahí está: el camino no es vestir
Carlos Ramos Mattei