Al momento que uno se da cuenta que la tiene, se pierde la humildad. Quizás por eso vivimos sin entender a Dios, ni al mundo, ni lo que sucede en la naturaleza y entre los seres humanos. Uno podría pensar que Dios lo dispuso así para que fuésemos humildes. Si uno entendiera a Dios, la reacción normal sería el orgullo. O también, al entender las cosas, no sentiríamos la inquietud por construir un mundo mejor. Si entendiéramos a Dios, todo tendría sentido. Entonces no veríamos el mundo como tal. Pasa lo mismo con las escaleras. No las vemos, porque no representan un problema. Pero el cojo y el tullido las ven, de veras que las ven. Reconocer que la vida y el mundo son un mar de dificultades nos lleva a ver el mundo y a nuestro propio vivir en el mundo. Si también creemos en Dios, es porque no sabemos ver. De cualquier modo todo esto nos lleva a ser humildes, creamos o no en Dios. De paso, creo que así se resuelve el asunto del problema del mal. Un...
Carlos Ramos Mattei