Ir al contenido principal

Domingo de Ramos, Ciclo B (año 2024)

 

Duccio Entrada Jerusalén

Este domingo celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. De esta manera evocamos el triunfo final de Jesús cuando todos entraremos con él a la Nueva Jerusalén, la celeste. 

Podemos tener eso en mente al hacer la procesión con ramos antes de entrar al templo para la celebración del día. 

Una vez entrados al templo, se lee la primera lectura, de Isaías 50,4-7: «El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.»

De esa manera el profeta Isaías quizás se refirió a sí mismo o también al pueblo de Israel, maltratado y humillado por los asirios y babilonios. Dice que descubrió (Dios le abrió el oído) que Dios no lo abandonaría, lo que también se aplicaría al pueblo. Esto también lo entendemos como profetizado acerca de Jesús. A pesar de su humillación, sufrimientos, ultrajes, Dios no lo abandonó. Y también lo aplicamos a nosotros mismos, que igual que a Jesús, Dios no nos abandona. 

¿Que Dios no abandonó a Jesús? Pero si murió en la cruz, dirá alguien. Dios está con nosotros, aun en la derrota total del sufrimiento como en la cruz. El fracaso es el sacramento de nuestra misión, la expresión externa del misterio de la voluntad divina. Por eso nos podemos mantener firmes en la fe, como los mártires cristianos en el coliseo, frente a las fieras. 

El salmo responsorial canta versos del salmo 21(22), el que Jesús pronunció en la cruz, que comienza, «Dios mío por qué me has abandonado». Así, cantamos los versos de ese salmo que en su estrofa final dice, «Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.». Como Jesús aceptamos los sufrimientos como parte del esquema de la realidad establecido por el Padre.  

¿Se trata de masoquismo, un gusto malsano de mentes que disfrutan perversamente del sufrimiento? No tiene sentido que Dios nos invite a degustarnos en el sufrimiento. El mismo Jesús demostró que no sentía entusiasmo alguno por sufrir. 

Se trata más bien del misterio del sufrimiento inevitable que es un elemento integral de toda vida humana en este mundo. No es algo que uno quiere, pero que está ahí como parte del paisaje de la vida. Si uno acepta de Dios lo bueno, también hay que aceptar lo malo, como diría Job (2,10). 

Un modo de entender el sufrimiento es explicarlo por el hecho del pecado, como una consecuencia del pecado original, o de la inclinación al pecado de los humanos (envidia, codicia, orgullo, vanidad, lujuria…). Todo humano está expuesto a ser víctima de los demás por culpa de esas pasiones cuando se desatan sin control contra nosotros, que fue lo que le sucedió a Jesús. Las pasiones ciegan y uno se pregunta cómo es que eso es parte del plan de Dios para la vida de los humanos.

El testimonio de Jesús no es decir que Dios se equivocó cuando hizo las cosas como nos las encontramos los humanos, algo que ahora él viene a corregir. Jesús no vino a cambiar el mundo, a hacer que las cosas sean distintas, o que la gente sea distinta. La gente cambia por cuenta propia y no porque Dios lo imponga. 

La verdadera liberación no es algo impuesto, sino que es algo que sale de adentro de nosotros mismos, de nuestra propia decisión de aceptar a Jesús y al aceptarlo, aceptar el plan del Padre. Jesús vino a enseñarnos el camino para sortear entre los obstáculos de este mundo. El camino es él mismo y sus enseñanzas: amor incondicional al Padre, confianza total en el Padre, y amor al prójimo igualmente incondicional. 

En la segunda lectura de hoy (Filipenses 2,6-11) reconocemos la actitud de Jesús como obediencia incondicional al Padre. Es lo que también nos toca a nosotros asumir.

Jesús dijo: el Padre no juzga y perdona los pecados. Basta tener fe en Jesús y ya los pecados no cuentan. Esto lo constatamos al hacer un repaso de los pecadores en los evangelios. Está el caso de la mujer que llega y le perfuma los pies a Jesús, en el pasaje del evangelio que leemos todos los años en las lecturas del Lunes santo. Jesús no mira a sus pecados, ni a su condición de pecadora. Mira al amor y la fe de ella.

En su Pasión y su cruz Jesús vivió lo que él mismo enseñó. Ese es el camino que nos abrió a la resurrección. 

«Redención» equivale a «liberación» de la esclavitud del pecado. Por eso la Semana Santa no debe ser motivo de tristeza, sino de alegría. Por más pecadores que seamos, qué alegría saber que Dios quiere nuestra entrada a la Nueva Jerusalén, al Reino. 

Invito a ver una presentación que preparé sobre esto mismo, en YouTube (hacer clic).



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pablo, Marcos y Bernabé

Rafael Sanzio, San Pablo predicando en Atenas El 11 de junio se celebra la fiesta de San Bernabé. Se dice que Pablo pudo evangelizar a los gentiles "a través de la puerta que abrió Bernabé". Luego de su conversión, Pablo vino a Jerusalén, pero no fue bien recibido por los hermanos, que no se fiaban de él por haber sido perseguidor de cristianos. (Hechos 9:26–28) Bernabé fue el que buscó a Pablo y entró en conversación con él, desarrolló amistad con él, y lo trajo a la comunidad de los demás hermanos, consiguiendo que confiaran en él. Pablo, Bernabé y Juan Marcos se fueron juntos en un viaje de evangelización. Pero a mitad de camino Marcos se separó de ellos y se volvió. (Hechos 13:13) Los Hechos de los Apóstoles no dan la razón que hizo que Marcos retornara. Es posible que fuese algo completamente normal y explicable. Pero también pudo ser el resultado de un buen altercado con Pablo, que de seguro era bastante fogoso. En una ocasión más tarde Pablo y Bernabé...

Domingo 10 del Tiempo ordinario, Ciclo B

Isaac Van Osten, El paraíso . Adán y Eva están a la distancia, derecha. La primera lectura para este domingo está tomada del libro del Génesis, capítulo 3, versículos 9 al 15. Narra el momento en que Adán y Eva se esconden entre la maleza cuando Dios llega paseándose por el Edén como un hacendado que voltea la finca. Dios los llama y ellos le dicen que tienen miedo a salir porque están desnudos. De inmediato Dios sabe que comieron del fruto prohibido.  El fruto prohibido no fue una manzana, porque en la región de Iraq (donde tradicionalmente se ubica el Edén) no hay manzanas. Eso recuerda la representación de Jesús como un alemán de ojos claros y cabellos rubios. Pero eso no es importante, porque lo importante es el punto del relato. Dios puso una regla y los seres humanos desobedecieron.  Cuando Dios reclama, cada uno se canta inocente. Adán le echa la culpa a Eva; Eva a la serpiente.  De inmediato surgen puntos a meditar. En el Edén no hubo taquígrafo, s...

Las tentaciones de Jesús (en Viernes Santo)

Gustave Doré,  Jesús abandona el Pretorio Al final de la cuaresma vale recordar el comienzo. En el primer domingo de cuaresma el evangelio nos refiere a las tentaciones de Jesús en el desierto. En cuanto hombre esas tentaciones de seguro acompañaron a Jesús durante toda su vida mortal. Con más razón estarían con él al momento de la Pasión y la crucifixión.  En el Jesús tentado somos todos tentados y por eso todos participamos en el triunfo de Jesús. Las tentaciones de Jesús son nuestras tentaciones también. Todavía más serio que el ser tentado por las debilidades del cuerpo, de nuestra biología, están las tentaciones al orgullo, la vanidad, la posibilidad de retar y cuestionar a Dios. La primera tentación de Jesús en el desierto fue la de convertir las piedras en pan, cuando sintió hambre. Sí, fue un asunto de sentir la debilidad del propio cuerpo. Pero el asunto representaba algo más complicado. Pienso que se trata del orgullo del poder, de la vanidad. “Yo ...