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Mostrando las entradas de septiembre, 2018

Domingo 26, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Números 11, 25-29. El Señor baja en la nube para hablar con Moisés, que está en la Tienda de Reunión junto a setenta ancianos escogidos.  Paréntesis Los setenta ancianos eran los escogidos para ser jueces y sentarse y juzgar las doce tribus de Israel. El número 70 es un número simbólico que se repite en otros lugares de la Biblia. La nube representa la sombra del Altísimo, la fuerza de Dios que desciende e infunde su espíritu en los humanos. Tal fue el caso de I Samuel 10,6 (“Te invadirá entonces el espíritu de Yahveh”) en otros lugares, como en el caso de Josué también (Jueces 3,10). Es la nube del Altísimo que también desciende sobre la Virgen al momento de la Anunciación del ángel. El Señor entonces le infunde a los setenta ancianos algo del mismo espíritu de Moisés, de modo que ellos “se pusieron a profetizar en seguida”.  Paréntesis Pienso que la posesión por el espíritu de Dios es una señal para

Domingo 25, Tiempo Ordinario, ciclo B

Jesús con los discípulos, Rembrandt La primera lectura para este domingo está tomada del libro de la Sabiduría 2,12.17-20. Nos dice que los impíos se confabularon para velar “al justo, que nos resulta incómodo”. La manera de saber si lo que dice el justo es válido será ver “si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida”.  Si el justo es hijo de Dios, entonces Dios lo auxiliará y lo protegerá. Ser hijo de Dios es como decir, “protegido de Dios”, referido al pueblo hebreo. Los cristianos entendieron esto como profecía de la resurrección de Jesús. Si el justo es un protegido de Dios, entonces podrá ser paciente y fuerte ante la adversidad, la violencia y la tortura. Si Dios no lo protege, hasta podemos pensar que Dios tan siquiera existe. Esto es lo que parecen decirse los impíos en el pasaje de hoy.  Nótese que el pasaje de hoy no es tanto sobre el justo que sufre, cuanto sobre la actitud de los impíos. Los impíos son necios, es decir, ignorantes. E

14 de septiembre: Fiesta del descubrimiento de la Santa Cruz

Traduje este ensayo que encontré en una página  de la Iglesia Episcopal, con motivo de la fiesta del descubrimiento de la Santa Cruz que se celebra el 14 de septiembre.  Versión editada y abreviada en cuanto se han subdividido algunos párrafos largos y otros se han omitido. En la Edad Media la costumbre de persignarse se volvió algo supersticioso. Hoy día, gracias a las investigación histórica, podemos recuperar un sentido más cristiano de esta práctica. Altar a la Santa Cruz de mayo, con elementos indicativos de la santería, o religiosidad afro americana A continuación, el texto traducido. La costumbre cristiana de trazar la señal de la cruz en personas y cosas como un signo de bendición es muy antigua. Algunos piensan que se remonta a los mismos orígenes del cristianismo y antes.  En Ezequiel 9, leemos que Ezequiel tuvo una visión…en la cual un ángel fue enviado…[a] Jerusalén y poner una marca en las frentes de los pocos fieles que lloraron los pecados de la c

Domingo 24, Tiempo Ordinario, Ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Isaías 50,5-9a. Es una especie de endecha (canto triste) integrada al texto del profeta, según nos dicen los estudiosos, un canto al “hombre sufriente” que era el pueblo de Israel en tiempos del cautiverio en Babilonia. “El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban,” comienza el pasaje de hoy.  El que es víctima de la violencia injusta y no la entiende, de repente puede entender lo que sucede, porque Dios le abre el oído para poder escuchar. Esto recuerda el evangelio del domingo pasado, cuando Jesús le abrió los oídos a un sordo. También recuerda los pasajes en que se dice que Dios le cerró la mente al pueblo para que no se salvaran (Is 6,10. Cuando uno sabe que Dios está con uno, no tiene que sentir temor. Aunque sucumba ante el enemigo, no importa. “Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?… Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?” Igua