Jesús nos trajo el bautismo del agua y del Espíritu. El Espíritu es el que conmueve nuestros corazones para reconocer a Dios y responder con nuestras alabanzas y con nuestras obras. Sucede que, preocupados con los asuntos que nos apremian, no reconocemos a Dios a nuestro alrededor, como cuando vamos de prisa y no vemos a Jesús en el necesitado que encontramos o que se cruza en nuestro camino. Algo parecido se da cuando no vemos a Jesús en el hermano en la iglesia cuando, en vez de ver una persona, vemos alguien que no está de acuerdo con nuestras ideas. Pasa lo mismo en la calle, con los que son miembros de otra ideología y los tratamos como extraños o como enemigos. Me ha sucedido a veces en alguna oficina de gobierno o en alguna oficina médica que las secretarias y el personal me maltratan o hasta se muestran hostiles, algo escandaloso cuando se trata de un trabajador de la salud en su actitud hacia un paciente. Quizás tienen problemas personales y los proyectan en ...
Carlos Ramos Mattei