A mediados del siglo 20 el teólogo Reinhold Niebuhr propuso en un ensayo la reflexión de cómo Dios se hizo humano como un niño débil e impotente, indefenso, vulnerable. Siendo Dios pudo venir al modo descrito de la Segunda Venida: montado sobre las nubes con poder y majestad. Pero no lo hizo así. Dios optó nacer en un pesebre. Dios en Jesús se hizo diálogo con nosotros. Lo hizo presentándose débil. Lo hizo presentándose igual que el común de nosotros, hombres y mujeres incapaces de ser héroes titánicos. No solamente somos débiles, tampoco entendemos bien esta realidad en que habitamos. Dios vino a compartir y a departir con nosotros sobre el mismo plano de nuestra realidad. Al dialogar uno deja de creerse o presentarse con la verdad en la mano. Uno suprime lo que uno sabe, o cree saber, y baja al terreno de la posibilidad de que uno no entienda al otro y que es necesario captar la verdad del otro. Dios quiso manifestarse y hablarnos de esa manera; quiso que le descubriéramos y le si
Carlos Ramos Mattei