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Domingo 4° de Pascua, Ciclo B


Este domingo se dedica al tema de Jesús, el Buen Pastor.

La primera lectura continúa con el discurso de Pedro iniciado el domingo pasado y que es un ejemplo de lo que fuera la primera predicación de la Buena Nueva entre los cristianos: Jesús, el que fuera ajusticiado sobre la cruz resucitó triunfante y ofrece a todos la salvación. 

Notemos en síntesis la historia de la salvación: Dios creó el mundo como un paraíso para el disfrute de todos los seres vivientes, desde los microorganismos hasta los humanos. Los seres vivientes somos incapaces de ver mucho más allá de nuestras necesidades inmediatas y para que visualizáremos nuestro destino final con el Padre, para eso se necesitó la Revelación, el hablar de Dios a nosotros, la Palabra. En otros tiempos Dios nos habló por Moisés y por los patriarcas y luego por boca de los profetas y finalmente nos ha hablado en la persona de su propio hijo, Jesucristo.

Nosotros no lo buscamos, sino que Dios nos buscó primero. Se nos reveló mediante el pueblo escogido, Israel. Pero como Israel no le fue fiel y le dio la espalda, por eso Dios los abandonó y permitió que tuvieran que dispersarse por el mundo como judíos errantes. Pero no se olvidó de ellos, sino que continuó con su proyecto de llamar a todos los humanos hacia él a través del pueblo escogido, Israel. Así  por boca de los profetas anunció la Nueva Alianza, de la ley sellada en los corazones de cada uno. Esto lo vino a confirmar Jesús, la Nueva Alianza del corazón anunciada ya por los profetas. Lo que antes se ratificaba con la circuncisión del cuerpo ahora se confirma mediante el bautismo del agua y del Espíritu. 

De esa manera Jesús fue el nuevo Rey de Israel, y ahora Rey del mundo entero. En su tarea llamó a todas las ovejas perdidas que reunidas en torno a sí camináramos todos juntos hacia el Padre. 

En la lectura del evangelio de hoy encontramos (Juan 10,14-15): "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas."

Al hablar Jesús de sí mismo como el Buen Pastor se pudo haber entendido como un anunciarse a sí mismo como el rey mesiánico en el sentido de este mundo. Pero al tomar la parábola en su conjunto (Juan 10,7-18) se ve que Jesús habla del Reino espiritual al hablar de sí mismo como el camino al Padre.

Invito a ver mis apuntes sobre este domingo, del año 2021 (pinchar). 





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