El mero hecho de cantar a la Iglesia (el Vaticano) como asediada por la malicia de unos enemigos públicos en nuestro tiempo es un síntoma del mal que le aqueja. Ante los hechos innegables de que hubo encubrimiento y defensa de los sacerdotes culpables de delitos sexuales con menores el Vaticano se preocupa más por la imagen de la Iglesia. Cuando debiera preocuparse, no tanto de su propia imagen, sino de sus hijos, las ovejas a su encomienda, es decir, los niños y niñas cuya inocencia fue terriblemente tronchada a manos de quienes ellos confiaban, los sacerdotes. La actitud de la Iglesia lejos de ser la de una orientación pastoral, es de una orientación política y diplomática, por no decir legalista. El Papa ha emitido un documento, Normae de gravioribus delictis sobre el procedimiento para manejar los casos de acusaciones contra los sacerdotes. Nótese la preocupación implícita: los sacerdotes, sin referencia a las víctimas. El que comienza a leer el documento que aparece en la...
Carlos Ramos Mattei