La primera lectura para ese domingo está tomada del Éxodo, capítulo 3:1ss. Ahí se nos presenta a Moisés, que huyó de la corte del faraón y, se casó con Seforá, la hija del sacerdote Jetró en Madián, y se dedicó a pastorear los rebaños de su suegro. Yendo así con los rebaños, llevando a sus animales por rutas ancestrales de consumo de pasto, llegó a la falda del monte Horeb. El pasaje entonces narra el episodio de la zarza ardiendo. Moisés ve allí una zarza que arde sin consumirse y se acerca para ver aquel prodigio. Una voz sale de la zarza; es Dios que le habla. “Yo soy el Dios de tus padres,” oye Moisés. El Señor le dice que ha visto la opresión del pueblo hebreo en Egipto y va a bajar para librarlos y llevarlos a una tierra fértil, espaciosa, que mana leche y miel. Moisés se ofrece espontáneamente para llevar este mensaje a sus hermanos hebreos en Egipto. Pero, ¿cuál es el nombre de Dios? Dios le responde, “‘Soy el que soy’. Esto dirás a los israelita...
Carlos Ramos Mattei