En las lecturas de hoy se confirma la resurrección de Jesús, que a su vez cumple lo que predijeron las Escrituras, que el Mesías tendría que padecer y morir para abrir el camino a Dios para todos nosotros. Al final del evangelio de hoy encontramos de nuevo la invitación que el Bautista y Jesús anunciaron desde el comienzo, que debemos cambiar de vida (arrepentirnos y convertirnos) para emprender el camino al Padre.
La primera lectura es del libro de los Hechos de los apóstoles 3,13-15.17-19. Es un pasaje con versículos del discurso de Pedro luego de haber curado a un paralítico. Este discurso junto a otros discursos parecidos y otros pasajes del Nuevo Testamento constituyen lo que conocemos como la predicación original de los primeros discípulos y apóstoles.
«Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello», dice Pedro. «Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer», dice; luego concluye, «arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados».
En un momento dado podemos sentir nosotros también que Dios se olvida de nosotros. Pero si nos mantenemos firmes en la fe como él también lo hizo desde la cruz, también nosotros llegaremos con él a la resurrección.
Mediante la resurrección Dios borró la vergüenza de la crucifixión y convirtió la cruz en signo de triunfo. Por eso las primeras representaciones artísticas de la cruz son de una cruz enjoyada o cruz florida. El crucifijo con el Cristo doliente aparecerá mucho más tarde, en tiempos medievales.
Pascua de resurrección es celebración de alegría por nuestra salvación.
La segunda lectura para este domingo está tomada de la primera carta del apóstol Juan 2,1-5a. Jesús fue víctima de propiciación por nuestros pecados, nos dice y por eso él hace de abogado a favor de nosotros ante el Padre. Quien guarda su palabra —cumple los mandamientos, ama a Dios y al prójimo, y es una persona decente— lleva a Dios consigo porque «ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud».
El evangelio de hoy está tomado de Lucas 24,35-48. En los versículos anteriores Lucas narra cómo las santas mujeres («María Magdalena, Juana y María la de Santiago» en el v.24,10) anuncian que Jesús ha resucitado. En el v.24,11 nos dice que los discípulos no les creían, lo que ellas decían «les parecían como desatinos y no les creían». Entonces Lucas narra el episodio de los discípulos de Emaús, cuando Jesús camina con dos discípulos y entra con ellos a la posada y cuando se sientan a cenar ellos lo reconocen en la fracción del pan. Los discípulos de Emaús se vuelven de prisa a Jerusalén para ir a decirles lo sucedido a los demás discípulos y el pasaje de la lectura del evangelio de hoy comienza al momento que ellos llegan contando «lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».
Pero no bien están compartiendo esa experiencia (se supone que a puerta cerrada, ya que todos sienten miedo de ser también arrestados) cuando Jesús se les aparece en medio de ellos. Ellos creen estar viendo un espíritu, pero Jesús les muestra las heridas de las manos y los pies y entonces les pide algo de comer y come con ellos. De esa manera les demuestra que ha resucitado de verdad. Entonces les abre el entendimiento para reconocer la Buena Nueva: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Es interesante que, en efecto, los apóstoles y discípulos salieron a dar fe de lo sucedido a riesgo de su propia vida. Desde un principio enfrentaron la oposición y la hostilidad de las autoridades y sabemos que la mayoría fueron encarcelados, azotados, martirizados de una manera y otra. Esto en sí es un argumento tradicional a la autenticidad de su testimonio. Si hubiera sido un invento de su imaginación, no hubiera sido posible que estuviesen dispuestos a enfrentar tal oposición y hostilidad.
Comentarios