La maternidad gloriosa de María nos remite necesariamente al hecho de la Encarnación del Hijo de Dios, de Jesús en cuanto verdaderamente divino, pero también verdaderamente humano. Hemos de referir la Virgen al contexto evangélico y en el contexto de la historia de la salvación o misterio de la salvación. Al considerar la Virgen como figura independiente se distorsiona el sentido de la fe. Es cierto que María puede ser considerada “Madre de todas las gracias” e “Intercesora nuestra”. En principio, en teoría, eso no contradice la figura de Jesús. Pero en la práctica, y ahí está la dificultad, el hecho es que eso fácilmente nos lleva a olvidar a Jesús como el Redentor, nuestro Salvador, por el que nos llegan todas las gracias y el que es nuestro único intercesor verdadero ante el Padre. (I Timoteo 2:5) En el momento de necesidad, como en el momento de arrepentimiento y conversión, la primera reacción de más de una persona es recurrir a la Virgen primero, sin acordarse de Jesús. En oc...
Carlos Ramos Mattei