Tienda Kodak Express en Taiwán |
La “nueva” Kodak pagará a sus antiguos acreedores a razón de cuatro centavos por cada dólar que les debe. Abandonará por completo el negocio de las cámaras y se dedicará a ofrecer servicios de imprenta “online”.
En el mundo de la economía al descubierto o de la libre competencia ninguna compañía se puede sentir segura o capaz de visualizarse como eterna. Woolworth, que cuando yo era pequeño era un gigante, ya no existe. Las diversas marcas de enseres como Hotpoint y otros han desaparecido, junto a los autos De Soto, Packard, Checkers (los taxis de Nueva York), Pontiac y Oldsmobile. Esta historia se ha repetido a todo lo largo del siglo veinte, desde los comienzos de siglo. Bastaría volver a las primeras décadas del siglo para encontrar compañías que en su momento fueron poderosas y luego desaparecieron.
Microsoft y Dell, que hace unos veinte años dominaban los mercados de computadoras, ahora tiemblan ante Apple, que por aquel entonces había hasta quien vaticinaba que desaparecería. Por el contrario, dos décadas más tarde es Dell la que está a punto de irse y Microsoft, aunque sigue bien financieramente, tiene que innovar o morir. Las computadoras Packard Bell que por entonces parecían tener un buen futuro, ya no están. IBM, que era un gigante allá por 1940–1980, ha tenido que tocar a retirada y consolidarse en ciertas especialidades exclusivas de las que siempre teme que será desplazada por los orientales. Ahora mismo se mantiene a flote por ser considerada por el gobierno como empresa asociada a la “seguridad nacional”.
Ahora mismo Estados Unidos se encuentra en una situación demasiado parecida a la de la desaparecida Unión Soviética en la década de los 1980. Tiene que gastar una gran tajada del presupuesto nacional para mantener su ejército al día con todos los adelantos tecnológicos, con aviones, barcos, misiles, etc. Entre tanto está metido en Afganistán sin saber qué hacer, como le pasó al ejército ruso por aquella época. E igual que en aquel ejército ruso los soldados norteamericanos están desmoralizados. No hay respeto por el orden y la disciplina y la droga fluye libremente. Hay una brecha entre los oficiales y los subalternos, ya que los oficiales provienen de una clase social y los subalternos de otra; los de infantería vienen de los caseríos, sin educación, con una mentalidad de película de acción, y la mayoría son hispanos, afroamericanos, hasta extranjeros que no comprenden el inglés y a quienes se les niega la ciudadanía a pesar de servir en el ejército.
La influencia de los Estados Unidos en el mundo no es tan absoluta como se piensa.
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