En el evangelio de hoy Jesús recuerda que el verdadero cristiano es siervo y no señor La primera lectura presenta parte de la profecía de Isaías (53,10-11) del Siervo Sufriente que los cristianos aplicamos a Jesús en su pasión y muerte en cruz. Dios lo hizo sufrir, «herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas» (Isaías 53,5). Pero él se humilló y no abrió la boca, como oveja que trasquilan, como cordero llevado al matadero (Isaías 53,7). Fue herido por las rebeldías de su pueblo (Isaías 53,8). «El Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos y si entrega su vida como expiación, verá descendencia, alargará su vida» (53,10). He seguido el texto de la Biblia de Jerusalén que a su vez refleja el de la Vulgata, en que entregar su vida como expiación se formula como un condicional al modo de «Si p, entonces q». Si el Siervo acepta los sufrimientos en expiación de los pecados, entonces Dios alargará su descendencia. Podemos pensar la profecía en términos del contexto histórico,
En el evangelio de hoy Jesús condena a los ricos y los apegados a las cosas de este mundo. Los cristianos se distinguen por haber descubierto una sabiduría como lo que describe la primera lectura de hoy (Sabiduría 7,7-11): Supliqué y me fue dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro ante ella es un poco de arena La sabiduría que han descubierto los cristianos es más preciosa que el oro y más importante que cetros y tronos o que ser reyes y tener autoridad. Eso sí, que eso de tener sabiduría no se nos vaya a la cabeza y nos volvamos fariseos. Es lo que le sucede a más de un cristiano, a más de una cristiana. Si te engríes en tu sabiduría, entonces realmente no eres sabio. Si miras a los ignorantes y a los pecadores y a los de otras ideas con condescendencia (por encima del hombro) entonces no eres sabio; no piensas como cristiano a pesar