Dios, el soberano del universo, escogió hacerse humano y presentarse fuerte en su debilidad. De la misma manera que por el orgullo y la pasión del poder viene el mal, así por la obediencia de Jesús y el pacifismo y la solidaridad de los cristianos en Cristo viene el bien a este mundo. Jesús fue víctima de esa soberbia y vanidad y esa obsesión por el legalismo como pretexto para justificar lo que está mal. Con su silencio y su resistencia pacífica Jesús nos enseñó que el criterio supremo del bien no es otro que el amor al prójimo. Dios es amor. Quien ama al prójimo, ama a Dios y el amor de Dios está en él. No es sólo en nuestro tiempo que nos topamos con tiranos egoístas que siguen sus ideologías ciegas. Los vemos a todo lo largo del Antiguo Testamento. Sabemos que en todos los tiempos ha sido así, aun en los estados confesionales como los estados cristianos medievales y en los más recientes ejemplos del franquismo con su nacionalcatolicismo en España y las pretensiones...
Dios guió al pueblo de Israel a la Tierra Prometida y allí les dio todo aquel territorio para que sacaran a todos los habitantes de allí y lo ocuparan y lo cultivaran y lo hicieran suyo. En Norteamérica, más de un cristiano anglosajón vio la toma de posesión de los territorios indios de la misma manera, al modo bíblico. Era la voluntad de Dios. Cuando los habitantes del territorio no se quitaban y resistían había que atacarlos y exterminarlos por completo (Deuteronomio 2,34; 7,2; 13,16; 20,16; Josué 11,12). Cuando Dios ordena a Saúl que extermine a los amalecitas (1 Samuel 15,9ss) y Saúl no cumple, Dios le retira su favor. Hay otros ejemplos parecidos. Hay otros ejemplos de la destrucción completa de ciudades, además de otras costumbres bárbaras. Hay otras disposiciones repudiables para nosotros. Si entre los vencidos un israelita veía una mujer que le agradaba podía perdonarle la vida y retenerla para sí (Deuteronomio 21,10-13). Más tarde, si ya no le agradaba, podía despe...