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La humildad



Al momento que uno se da cuenta que la tiene, se pierde la humildad.
Quizás por eso vivimos sin entender a Dios, ni al mundo, ni lo que sucede en la naturaleza y entre los seres humanos. 
Uno podría pensar que Dios lo dispuso así para que fuésemos humildes. Si uno entendiera a Dios, la reacción normal sería el orgullo. 
O también, al entender las cosas, no sentiríamos la inquietud por construir un mundo mejor.
Si entendiéramos a Dios, todo tendría sentido. Entonces no veríamos el mundo como tal. 
Pasa lo mismo con las escaleras. No las vemos, porque no representan un problema. Pero el cojo y el tullido las ven, de veras que las ven.
Reconocer que la vida y el mundo son un mar de dificultades nos lleva a ver el mundo y a nuestro propio vivir en el mundo. Si también creemos en Dios, es porque no sabemos ver. De cualquier modo todo esto nos lleva a ser humildes, creamos o no en Dios.
De paso, creo que así se resuelve el asunto del problema del mal.

Un colofón: está el que cree en Dios sin cuestionarse sobre el mundo, sobre nada. 
Quizás ese está más cerca de Dios que los que vivimos en la frontera de la duda y el deseo. 
Quizás nosotros somos los fariseos y esos son los sencillos de espíritu que Jesús dijo que irían al frente al entrar en el Reino.


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Comentarios

Anónimo dijo…
Desde el momento en que Dios, o el Misterio, pueda entenderse dejaría de ser Misterio. Así que, no queda otra cosa que darle Gloria.
Anónimo dijo…
En la Sagrada Escritura están consignadas las verdades necesarias para nuestra salvación. Es obra de la acción irrepetible, puntual y única del Espíritu Santo y el autor sagrado (hagiógrafo), donde el Espíritu Santo no menoscaba la integridad del autor sagrado (conciencia, voluntad y libertad), ni el autor sagrado anula la acción libérrima del Espíritu Santo en la redacción de la Biblia. Y cuando hablamos de Sagrada Escritura hablamos de Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Para interpretar la Biblia, hay tener en cuenta tres aspectos: 1) La Sagrada Escritura en su totalidad, teniendo a Jesucristo como centro, 2) la Tradición viva de la Iglesia y 3) la analogía de la fe.

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