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La misa tradicional y los manuscritos iluminados, una comparación


En tiempos del Renacimiento habría quien denunciara enérgicamente que se estaba olvidando la belleza de los manuscritos iluminados. 
Resultaba más barato, y hasta más lucrativo, producir los libros en una imprenta, por cantidades. Más aún, los libros hechos a mano eran tan caros, que sólo la Iglesia y los grandes aristócratas podían comprarlos.
Al poder imprimir libros en grandes cantidades, aun con ilustraciones y grabados, cada libro se podía vender más barato, mucho más barato. 
Producir un manuscrito iluminado era bien costoso. Había que mantener un equipo de escribanos durante varios años, más el costo de los pergaminos, del papel y la tinta. Y también, para llegar a ser un buen calígrafo se tomaban años.
Si se ve el manuscrito iluminado como una obra de arte, entonces valía la pena. 
Pero para el siglo quince había mucha curiosidad por la información que había en los libros. Había una demanda por los libros como objetos de lectura.  
Entonces, no es lo mismo obtener ganancia sobre un solo libro, que costó tanto para hacer, que dividir los costos de un libro impreso entre cientos de copias a la venta.
Eventualmente esa sería la clave para el desarrollo de la revolución industrial. 
Pero en términos de belleza y de valor humano, no hay comparación entre un libro impreso y un manuscrito iluminado del siglo 15. 

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Se podría hacer una comparación entre esa transición de manuscrito a libro impreso con lo que sucede en la transición de la misa tridentina a la misa post Vaticano II. 
En ambos casos, en la transición de manuscrito a libro impreso y en la transición de misa tridentina a misa post conciliar, el enfoque se desplaza. Desde el punto de vista de los consumidores lo que entusiasma del libro es poder acceder a un caudal de información enriquecedora de la vida humana, lo que no era posible antes. 
En el caso de la misa, lamentarse por la pérdida de la belleza del rito litúrgico y la desaparición del canto gregoriano es algo superficial, claro. Lo que se echa de menos es otra cosa, es la experiencia de unión con Dios, me parece. El modo con que se da la misa post conciliar parece ser una distracción y una vulgaridad para los que añoran la solemnidad y recogimiento de antes. Los que así sienten, no ven la diferencia de enfoque.
En el "enfoque tradicional" de la misa hay belleza, hay mística. En el nuevo enfoque (que en realidad es el enfoque verdaderamente tradicional, el que se remonta a los primeros cristianos) el objetivo de la misa no es entrar en contacto con Dios de manera directa. Para eso está la oración privada (Mateo 6:6 - Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.). 
El objetivo de la misa es la celebración comunitaria en la que Dios se hace presente y revivimos el misterio de nuestra fe y de nuestro bautismo. La misa es “la pequeña pascua”, sobre todo en el domingo. Por eso el presbítero (Vaticano II no utiliza el término "sacerdote" en este contexto) sólo preside la asamblea, porque el celebrante es la asamblea total. 
En el "nuevo enfoque" de la misa, el comunitario, también hay belleza y hay mística, pero de otra índole. Y sucede que, como no se ha entendido bien, se ha llevado mal a la ejecución. También falta el desarrollo de una buena tradición de música litúrgica en función de ese nuevo enfoque. 
Como no había una comprensión cabal de esto en el último tercio del siglo veinte, los primeros intentos fueron distorsionados o sofocados. Siempre recuerdo la prohibición del uso de tambores para la música en la misa. Igual, aquella ocasión en que la curia romana prohibió los bailes litúrgicos y esa misma semana se vio al papa en las noticias, mientras un conjunto africano bailaba en la misa de la plaza de San Pedro. Fue, por cierto, otro ejemplo de las contradicciones entre curia y papa. En aquel momento sentí una sospecha que el papa no estaba enterado de la prohibición, sobre todo en su condición de salud. 
Esto no es un invento nuevo. Es volver a lo que recibimos de los apóstoles y de las primera comunidades.

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