No fue una persona que pueda decirse que llevó una vida ejemplar. ¿O sí? Es que fue una vida ejemplar de verdad, aunque dejó qué desear en su vida personal. En su vida pública fue un predicador fogoso y un ministro de la Palabra como pocos lo han sido. En nombre del evangelio no sólo luchó contra la injusticia del racismo él solo, sino que logró atraer a miles a su causa y a exorcizar los prejuicios raciales que aquejaban a los Estados Unidos y su influencia se extendió al mundo entero. No solamente fue un hombre del evangelio, también fue un gran patriota. Si la constitución de los Estados Unidos y la tradición democrática dice que los hombres nacen libres y que tienen un derecho inalienable a la felicidad, entonces a los negros hay que reconocerle sus derechos ciudadanos. Esto lo predicaba desde su púlpito. King entonces promovió la lucha por los derechos ciudadanos siguiendo el modelo de otro santo del siglo 20, Mahatma Ghandi (no hay que ser católico para ser santo). Ambos se disti
Carlos Ramos Mattei