Ya está en imprenta mi publicación sobre los reformadores italianos, que probablemente saldrá a fines de este año. Uno de esos reformadores italianos, Fausto Sozzino, fue influenciado por Serveto y sus argumentos antitrinitarios. Para escapar de la Inquisición Fausto Sozzino salió de Italia y terminó siendo uno de los fundadores de los unitarios. Los unitarios no creían en la Trinidad y fueron considerablemente numerosos en Europa, en los siglos 17–19. Después de los luteranos, fueron el grupo más importante en Alemania, en época de la Guerra de los Treinta Años (1618–48). En mi libro seguí el género epistolar de narración, en que se simula estar escribiéndole una carta a alguien. A continuación, un pasaje de mi libro sobre este tema.
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Miguel Serveto fue un verdadero espíritu inquieto que se metió en todo el saber, porque cultivó tanto las ciencias, como las matemáticas y el humanismo religioso. Él fue el que descubrió la circulación de la sangre en los pulmones y además de eso cultivó astronomía, geografía, anatomía, y exploró casi todo el saber de su tiempo. Además de eso se puede considerar teólogo aunque tanto católicos como protestantes lo consideraron completamente en el error.
Al comienzo de sus estudios Serveto se hizo discípulo del que luego fue el confesor del emperador Carlos V, el fraile Juan de Quintana. De esa manera viajó por Europa en el séquito del emperador y así conoció mundo y entró en contacto con los protestantes. Así fue como llegó al convencimiento que la doctrina de la Santísima Trinidad no se halla en la Biblia y por lo tanto debe ser corregida para que se acomode a lo que tenemos en las Sagradas Escrituras. También resucitó ideas de antes del Concilio de Nicea, en el sentido de que Jesús no es eterno en el tiempo y que fue engendrado al momento de la concepción de la Virgen María. Y lo mismo propuso otras ideas parecidas, como la de que el Espíritu Santo no es una persona aparte, sino que es el mismo espíritu de Dios.
Sin entrar en todos los detalles baste decir que Serveto comenzó a publicar sus ideas en tratados teológicos a partir de 1531. Curiosamente en una de estas publicaciones defendió la libertad de conciencia, que si vamos a ver fue lo que pidió Lutero originalmente y después se la negó a los católicos, igual que los católicos se la negaron a los protestantes. En esto Serveto se adelantó al mundo moderno, en cuanto al derecho civil de profesar la religión de su propia preferencia.
Siempre habrá quien diga que eso de tener libertad de conciencia equivale a decir que, si cualquier religión vale, entonces es como alegar que ninguna se puede decir que es la verdadera. Pero los que dicen eso piensan que la verdad es única y sola, como el color verde. Pero el color verde no existe, lo que existen son las diversas tonalidades de verdes que hay por ahí. Hay una pluralidad de tonos de verde, y lo mismo pasa con la fe. Hay una pluralidad de cristianismos, pero todos tienen algo en común, la figura de Jesús, el encuentro con Jesús.
Y como te dije, Serveto de inmediato fue repudiado, tanto por católicos, como por los protestantes. Y ya comenzó una vida de trashumante para evitar caer en las manos de unos y otros. En esa época contribuyó a una edición de Ptolomeo con la que también demostró conocimientos en geografía y astronomía. Quizás por disgusto con las discusiones interminables de religión, se fue a París a estudiar medicina y así fue como se hizo médico. Entre tanto se sabe que intercambió cartas continuamente con Calvino.
Serveto pasó a la historia como el que describió con certeza la circulación de la sangre entre el corazón y los pulmones. Y no solamente eso, sino que describió cuál es la función que cumple esta circulación de la sangre, que es obtener el oxígeno necesario para el metabolismo del cuerpo.
Dicen que por un tiempo siguió de pueblo en pueblo en Francia, hasta que fue denunciado a la Inquisición en Lyon, de la que pudo escapar, aunque los inquisidores lo condenaron en ausencia y quemaron una efigie de él. Así fue como fue a tener a Ginebra y se dice que entró a la ciudad de incógnito, pero que cometió el error de asistir a los sermones de Calvino y allí fue reconocido y arrestado.
Se dice que lo torturaron y lo hicieron sufrir mucho, tanto como si hubiera estado frente a la Inquisición. Pero desde un principio Calvino y sus secuaces ya habían decidido su destino y lo que hicieron fue entretenerse con él en unas disputas teológicas. Serveto llegó a decir que tanto peso tenían sus ideas como las de Calvino y que por esto debían procesar a Calvino también. En esto volvió a defender el principio de la libertad de conciencia.
Así que fue finalmente llevado al patíbulo por los calvinistas y lo quemaron junto con sus libros en octubre de 1553. Muchos protestantes en Alemania reaccionaron con indignación y consideraron que ajusticiar a Serveto fue una exageración y que con eso no se lograba adelantar la causa protestante. Los católicos por su parte se alegraron porque ahora tenían evidencia que los protestantes eran tan intolerantes como los frailes de la Inquisición.
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