El tema de este domingo es el de las tentaciones de Jesús en el desierto. La primera lectura de hoy presenta a Adán y Eva y su desobediencia al mandamiento de Dios (Génesis 2,7-9; 3,1-7). Este es el pecado original, el mismo de Lucifer: rebelarse contra lo que Dios dispone. Esto trae las consecuencias del castigo de Dios: la muerte, la debilidad humana frente a las tentaciones de Satanás. El diablo, envidioso de nosotros, se goza en hacernos caer y en alejarnos de Dios. De la misma manera que todos nos vemos tentados, Jesús también fue tentado. Pero Jesús no cayó en la tentación, sino que se mantuvo obediente a lo que Dios dispone, hasta la muerte. En el triunfo de Jesús reconocemos que Dios siempre tuvo un plan de amor para nosotros, para rescatarnos de la muerte y el pecado. Con el salmo responsorial reaccionamos a la primera lectura. Son versículos del salmo 50, expresando nuestro arrepentimiento por nuestros pecados. Entonces también expresamos nuestro sometimiento a la volun
Carlos Ramos Mattei