En el evangelio de hoy Jesús aclara sus enseñanzas sobre la Ley y los mandamientos
"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento," dice Jesús en el evangelio de hoy (Mateo 5,17).
¿Cómo es eso de dar cumplimiento a la Ley?
Jesús más adelante dice, "os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos".
Para mí que al decir "justicia" se refiere a la manera de cumplir los mandamientos de la Ley.
¿Cuál es la justicia de Dios? Es la ley del corazón anunciada por el bautismo del Espíritu. ¿De qué vale cumplir la letra de la Ley, si el corazón no busca con eso lo que le dicta el amor a Dios y al prójimo? Ese amor a Dios y al prójimo, ese es el criterio de la justicia de Dios.
Así, Jesús dice, "yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal".
De ahí Jesús saca las enseñanzas: hay más de un modo de "matar", no solamente el literal. No es sólo asunto de los actos mismos, sino de la actitud…hacia el prójimo.
La Ley se cumple sobre la intención del corazón: la intención respecto a Dios y al prójimo. En términos de esa intención es que se puede juzgar --practicar la justicia-- el cumplimiento y la transgresión. Querer ya hacer lo prohibido con el corazón es de por sí transgresión.
Aquí encontramos la doctrina estricta de Jesús sobre el adulterio y el divorcio. Así, "el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio".
Ahí vemos lo estricta que es la enseñanza de Jesús.
¿Quién puede cumplir la Ley y estar exento de pecado?
Es nuestro orgullo el que nos hace pretender ser "buenos", como diciendo: "yo puedo cumplir la Ley". Ese fue el error de los fariseos. En cuanto humanos, somos incapaces de cumplir la Ley al cien por ciento. Si no podemos evitar incumplir la letra de la Ley, mucho menos podemos evitar transgredir el espíritu de la Ley.
¿Somos malos por no cumplir con la Ley? No. Somos humanos.
Esto es un tema del que se ha hablado mucho entre los cristianos desde los primeros tiempos. No pretendamos decidir sobre los detalles de este tema. Baste vivir con buena intención de cristiano, no importa dentro de cuál comunidad cristiana nos ubiquemos (pentecostales, menonitas, católicos, ortodoxos). Al menos así yo lo veo.
Dios conoce nuestros corazones. Lo importante es el arco de nuestra buena intención a lo largo de toda una vida. Todos hemos resbalado accidentalmente, pero eso no quiere decir que nos definimos como caídos.
Nadie es santo. Pero podemos hacer el bien por la fuerza del Espíritu que actúa en nosotros. Esa "justicia de Dios" que practicamos no se da por nuestros propios méritos.
Donde abunda el pecado, abunda la gracia, como dirá San Pablo. "Cree en el Señor Jesús y serás salvo" (ver Joel 3,5; Juan 6,47; Hechos 16,29-32; Romanos 10,9).
Invito a ver mis apuntes del año 2020 sobre las lecturas de este domingo.
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