La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Isaías 53,10-11. Son unos versículos del Canto al Siervo de Yahvé. “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación,” nos dice. Por eso prolongará sus años y verá su descendencia. Es que, “lo que el Señor quiere prosperará por su mano”. El Canto al Siervo de Yahvé siempre ha intrigado. Quién sabe, pienso, si se entremezclaron, ya desde la primera producción del manuscrito, líneas de diversos contextos. Por un lado, dice que Dios quiso triturarlo y entregar su vida; por otro, si al Señor le parece le hará prosperar. Que Dios es soberanamente libre para hacer lo que le parezca, eso es innegable. En la tardía Edad Media los escolásticos se plantearon esto mismo. ¿Quiénes somos para imponerle a Dios lo que tiene que hacer? No es posible obligar a Dios con nuestras oraciones y penitencias y cosas parecidas. No es que uno puede llegar al cielo y obligar a Dios a darle a uno el boleto
Carlos Ramos Mattei