La primera lectura para este domingo está tomada del Libro del Éxodo 16,2-4.12-15. Narra el episodio en que los israelitas protestan contra Moisés y Aarón al verse perdidos en el desierto. No necesariamente hemos de visualizar un escenario como el de las arenas del Sahara, o un horizonte árido y pedregoso como en la Palestina moderna. “Desierto” también significa “soledad”, “despoblado”. Podían estar perdidos en un páramo desconocido. Hoy sabemos que Palestina y el Sinaí antes estuvieron arropados de bosques, al igual que en España. En época de Roma tenemos testimonios oculares de aquellos bosques hispanos. En Jerusalén, para el templo de Salomón se usaron los famosos cedros del Líbano, que ya no existen. De hecho, esto encierra una enseñanza sobre la historia del desastre ecológico que sufrimos hoy. A fuerza de talar bosques para la agricultura, para casas y edificios, para hacer fuego y cocinar, para alumbrarse, para barcos y muebles, fuimos eliminando la capa vegetativa
Carlos Ramos Mattei