Papa Francisco publica una encíclica sobre nuestras responsabilidades ecológicas. Lo que sigue no pretende sustituir lo que dice el documento, sólo se hace eco de la preocupación.
El meollo de este ensayo fue escrito en el 2008, cuando Papa Benedicto planteó por primera vez la moralidad de nuestra actuación respecto a la naturaleza.
Algunas páginas asociadas a este tema:
La reproducción desbocada de nuestra especie implica que en un futuro no lejano se terminarán los recursos naturales que sostienen nuestro nivel de civilización, como sucede ya con el petróleo y los peces del mar. La cantidad de petróleo disponible tiene un límite y la cantidad de peces también. Aunque los peces se reproducen, no logran reproducirse al ritmo con que los pescamos. La ganadería hace estragos con el medio ambiente cuando se cortan bosques enteros para hacer espacio para pastos (eliminando así fuentes de producción de oxígeno) y también, cuando los eructos (así como lo lee) de cientos de miles de reses producen cantidades de metano, uno de los gases de invernadero. La ganadería industrializada nos lleva a practicar la crueldad con los animales, al mantener reses y cerdos encerrados y confinados a pequeños espacios desde que nacen.
Además, aviones, autos, y todo tipo de máquinas que funcionan por combustión interna consumen enormes cantidades de oxígeno, que ya llega a un ritmo que podría hacer que el aire esté tan contaminado y tan escaso como el agua. Puede que el fin de la humanidad llegue por falta de oxígeno y agua.
Los países pobres y superpoblados no causan tanto daño al ambiente, porque sus niveles de consumo y su estilo de vida son preindustriales. Pero también destruyen bosques al usar leña como fuente de energía. La destrucción del planeta, si vamos a ver, ya comenzó desde que comenzamos a cazar, a recolectar, desyerbar, sembrar... y finalmente, a sembrar cemento.
Es un hecho que la globalización ha estado haciendo que más países puedan adoptar un estilo de vida de “primer mundo”. Tal es el caso de China e India, lo mismo que el sudeste asiático y… Rusia y sus antiguos satélites orientales, lo mismo que Brasil, que es la excepción en nuestra América hispana. Así, más y más multitudes ya consumen a niveles de primer mundo y amenazan con terminar con lo poco que queda.
Hace décadas que ya la agricultura no da abasto para que todo el mundo coma. Si trataran de repartir equitativamente comida a todos en el mundo, simplemente no hay suficiente.
Por otro lado, sí es posible bajar los niveles de consumo sin afectar la calidad de vida. Ahora mismo Europa consume mucho menos petróleo que los Estados Unidos y su calidad de vida es hasta superior a la de los EEUU. Igualmente, todavía es posible visualizar una economía basada en fuentes alternas de energía como el sol, el viento, la dinámica térmica de los mares, y la aplicación inteligente de la energía nuclear. En Francia algo así como el 90% de la producción de electricidad es mediante plantas nucleares. Desde hace décadas, desde haberse establecido, no ha habido accidentes.
Claro, hay formas más seguras de generar energía, como los molinos de viento. El punto entonces es que podemos enfrentarnos al problema de la ecología del planeta mediante la misma ciencia y la tecnología con que hemos llegado hasta aquí.
Ahora mismo la producción de electricidad con paneles solares es la forma más cara, comparado a las plantas de carbón (6 centavos la hora), gas natural (9 centavos la hora). Los paneles solares resultan en 30 centavos la hora, pero a la larga es más conveniente para el planeta y si se calcula su utilidad a largo plazo (el carbón y el gas, como la gasolina, algún día escasearán y serán más caros) pueden ser rentables. (Estos números pueden haber cambiado desde 2008.)
Por ahora los paneles solares son caros, como toda nueva tecnología. Pero a medida que se adopte, su precio bajará. En todo caso, una vez superado el costo inicial, la energía solar resulta gratis.
En Haití y en grandes extensiones de África, ya casi no quedan árboles, porque se han necesitado para cocinar con leña. Pero ya existen las estufas solares. Son baratas y trabajan a base de paneles de aluminio y metales parecidos, aunque la comida no sepa igual que cuando se cocina con leña.
Habrá que reconocer que la cocina con leña debe ser relegada al pasado. Es posible visualizar la aplicación inteligente de los descubrimientos de la biología genética y encaminar la ingeniería genética en dirección de la producción de alimentos. Nuestros alimentos del futuro bien podrán provenir de la producción industrial a partir de células de laboratorio en una fábrica, antes que de un animal torturado toda su vida dentro de una jaula.
Hace ya par de décadas que se lograron producir bacterias de laboratorio con un metabolismo que les capacita para procesar petróleo (“comerlo” y “evacuar” derivados orgánicos inofensivos), y que podrían ser utilizadas en la limpieza de derrames de aceite en el mar. No se han utilizado porque no podemos anticipar qué podría pasar una vez comiencen a reproducirse por millones en el agua.
Es un hecho que en las próximas décadas mediante la ingeniería genética se podrán producir árboles capaces de absorber el bióxido de carbono en grandes cantidades (de hecho todos los árboles lo hacen, pero en menor escala) de modo que esas moléculas dejarían de ser un factor para el calentamiento global.
Al tomar en cuenta la capacidad humana para encontrar remedios científicos a los problemas que nos acosan, es posible vislumbrar la posibilidad de poder lidiar con la alteración del balance ecológico que hemos causado a través de los años.
No es que tengamos que echar a un lado la ciencia y la tecnología (si eso fuere posible, que no lo es) porque no tiene sentido volver a la época preindustrial, en que estuviésemos a merced de los caprichos de la naturaleza. Es asunto más bien de reorientar nuestra manera de conducirnos en este mundo según ha venido evolucionando con nuestra intervención.
Las verdades de las ciencias son eso: verdades. Otra cosa es nuestra manera de establecer prioridades sobre lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer. Hay que proceder con reflexión. De lo contrario, nos hundimos. Pero también hay otro criterio, aparte del peligro que corremos: la idea de visualizar un futuro que tome en cuenta la dignidad de lo creado y dentro de eso, la dignidad humana.
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