Primera Lectura Za 12,10-11;13,1. El profeta Zacarías en esta lectura anuncia los tiempos en que Jerusalén y sus habitantes pasarán por una terrible prueba. Pero en vez de producirse resentimiento y encono, ocurrirá que Dios derramará “un espíritu de gracia y de clemencia”. Esto puede querer decir que el pueblo se convertirá y reconocerá su pecado, reconocerá que ellos mismos fueron los causantes de su propia desgracia. “Me mirarán a mí, a quien traspasaron,” dice. En la tradición esa línea se ha interpretado como una de las profecías mesiánicas. En el contexto original para mí, que no soy experto, el sentido no está claro. Puede que el profeta se refiere a sí mismo. Habría que saber sobre la historia de su vida. Aquel día se alumbrará un manantial contra pecados e impurezas, dice. Podría significar que Dios derramará un agua (en sentido figurativo) que limpiará al pueblo, lo renovará. Pero también se puede interpretar en el sentido evangélico de una profecía mesiánica
Carlos Ramos Mattei