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Domingo 20, Tiempo Ordinario, ciclo B

Representación del siglo 6° en el monasterio de Santa Catalina en el desierto del Sinaí. La primera lectura para este domingo está tomada del Libro de los Proverbios 9,1-6. La personificación de la Sabiduría anuncia: construí una casa y he preparado un banquete. La mesa está lista, vengan todos los “simples”, los faltos de juicios, los inexpertos, todos están convidados. Atrás queden “las simplezas”, las necedades, “la inexperiencia”.  Una vez uno come y bebe de la mesa de la Sabiduría, la vida anterior es necedad. De esta manera se anuncia la continuación del tema de los domingos anteriores que volveremos a encontrar en la segunda lectura y en el evangelio de hoy, la exhortación a abandonar las necedades de los paganos y venir al banquete eucarístico.  Igual que en el banquete de la Sabiduría, en que la misma Sabiduría es la comida y bebida, así la predicación de Jesús es comida y bebida.  Pero la predicación de Jesús y él mismo son la misma cosa. Jesús se predica a sí m

Domingo 19, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del Libro 1° de los Reyes, capítulo 19,4-8. Narra cómo el profeta Elías, huyendo de la reina Jezabel que le decretó la muerte, se tira cansado bajo una retama, sin más fuerza para seguir. Según encontré la retama es un árbol que también encontramos en Puerto Rico, sobre todo en el sur, que resiste la sequía y ofrece algo de sombra.  Que en su huida Elías se haya detenido bajo la sombra de un árbol en medio de la soledad o desierto, recuerda la idea bíblica de “la sombra del Altísimo”. Es una imagen de la protección de Dios, “estar bajo el ala de Dios”.  Dios fue al frente del pueblo hebreo en forma de una nube que los protegía. Luego, en varias ocasiones, los que él protege, los cubre con una nube o sombra. Esa sombra es indicativa de la presencia de Dios, su asentarse momentáneamente entre nosotros.  “¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!,” dice Elías, exhausto, sin sentirse capaz de poder

Domingo 18, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del Libro del Éxodo 16,2-4.12-15. Narra el episodio en que los israelitas protestan contra Moisés y Aarón al verse perdidos en el desierto. No necesariamente hemos de visualizar un escenario como el de las arenas del Sahara, o un horizonte árido y pedregoso como en la Palestina moderna. “Desierto” también significa “soledad”, “despoblado”. Podían estar perdidos en un páramo desconocido. Hoy sabemos que Palestina y el Sinaí antes estuvieron arropados de bosques, al igual que en España. En época de Roma tenemos testimonios oculares de aquellos bosques hispanos. En Jerusalén, para el templo de Salomón se usaron los famosos cedros del Líbano, que ya no existen.  De hecho, esto encierra una enseñanza sobre la historia del desastre ecológico que sufrimos hoy. A fuerza de talar bosques para la agricultura, para casas y edificios, para hacer fuego y cocinar, para alumbrarse, para barcos y muebles, fuimos eliminando la capa vegetativa