Recientemente leí una reseña de un libro sobre la biotecnología en nuestro futuro. Luego, en el día de hoy he visto una noticia sobre la fertilización de óvulos, no en probetas, sino en microchips.
Ambos artículos pueden verse en mi página de iMac, http://homepage.mac.com/cjrm430.
Como indica la reseña, es probable que la biología sea la ciencia dominante del siglo 21, como la física fue la ciencia dominante en el siglo 20 y la astronomía representó lo último de la avenida en la época de Galileo (siglo 17).
Es posible que de igual manera que las computadoras comenzaron en las manos exclusivas de unos cuantos científicos y de unas poderosas multinacionales, pero luego de unos 50 años ya están al alcance de todos y son tan necesarias como los teléfonos, así también la ingeniería genética dentro de unas décadas esté al alcance de todos. No hay que lamentarse de esto, como no hay que lamentarse de la ubicuidad de las computadoras o de reconocer que somos un planeta que gira alrededor de una estrella menor en una galaxia en la periferia del universo."Padre nuestro que estás en los cielos" es más una expresión alegórica que una referencia a una realidad física, cosa que hoy nadie cuestiona, aunque en otro tiempo pudo asustar a mucha gente.
De hecho, hace ya miles de años que intervenimos con la naturaleza – sin nosotros no habrían perros (lobos modificados) o variedades de trigo, arroz, papas y maíz domesticados.
Ya los primeros bebés de probeta de los años 70 son adultos maduros y no por haber sido concebidos en un laboratorio son distintos a los demás humanos. Lo mismo podemos decir de los bebés que ahora pudieran ser concebidos por medio de un microchip.
Alguien pudiera pensar que esto reduce la vida a un mero hecho biológico.
Pero es que obsesionarse por defender la concepción natural es obcecarse en la idea de la vida como un mero hecho biológico.
La vida es más que un hecho biológico, como lo demuestran los clones – los mellizos, que son clones naturales.
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