En el día de hoy abre en los cines la película de Ben Stein, Expelled. En la foto aquí se puede ver a Ben frente a una estatua de Darwin en el Museo de historia natural de Londres.
Ben Stein goza de cierta popularidad entre los adolescentes norteamericanos, posiblemente también de los puertorriqueños, porque su mirada inexpresiva al estilo Buster Keaton le hace parecer "cool". Normalmente dice cosas bastante interesantes e inteligentes con esa cara seria, lo que provoca risa y simpatía.
En este caso aparece como la figura principal en una película que defiende el "creacionismo", en contra de la teoría de la evolución de Darwin. Aunque la película sea un soberano disparate, probablemente generará millones para sus autores, antes de que en unos meses pase al olvido.
El creacionismo es una teoría que pretende ser "científica" sin recurrir al método científico. Está asociada a la teoría del "diseño inteligente", la idea que sólo un ser supremamente inteligente pudo haber diseñado maravillas como el ojo humano. De esa manera pretenden negar uno de los hallazgos científicos de los últimos 60 o más años: la alta probabilidad de que nuestro mundo (y nosotros mismos) seamos el resultado del azar. A estos efectos, si le interesa al lector, puede consultar el libro de Jacques Monod, El azar y la necesidad, que data de la década de los años 50.
Aquí no es el lugar para reproducir todos los argumentos que han girado alrededor de la teoría creacionista. Los creacionistas son tozudos, y a pesar de ser derrotados en debate tras debate y haberse demostrado hasta la saciedad el absurdo de sus planteamientos, ellos vuelven y vuelven de nuevo a la carga, en una especie de intento de convencer sólo por la repetición, y por mantener el tema en el ambiente. Esta película es un último esfuerzo para conseguir esto.
Hay dos elementos que hacen que este tipo de película sea fascinante para muchos: por un lado, el cosquilleo de sentirse paranoico y sentir una indignación ante la supuesta conspiración que supuestamente busca callar la verdad; por otro lado, el placer de poder sentirse moralmente superior a los que parecen tener tanto poder y privilegio, como los científicos y los profesores universitarios. Ya que el diploma universitario parece conferir un pasaporte a un sueldo más alto y a una clase social más distinguida, es agradable poder denunciar la intransigencia y la supuesta ignorancia fanática en los catedráticos. Esto algo así como el obsesionado sexual que quisiera confirmar que todos son hasta más perversos que él mismo.
El lector puede consultar este tema en estos enlaces, entre otros:
Expelled: No Intelligence Allowed--Scientific American's Take: Scientific American
http://www.expelledexposed.com/
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