Este fin de semana conocí por primera vez a un sacerdote fanático del tema del aborto. Lo que me irrita de este tipo de católico no es tanto que tenga sus creencias, sino que las tenga de una manera reduccionista y fanática y que además tenga tanta influencia en otros católicos. Igual que los fanáticos políticos practican el chantaje emocional sobre los líderes sensatos y más moderados.
Comenzó alabando a las madres que tienen muchos hijos y exhortando a que las madres tengan todos los más hijos que puedan, el muy ignorantón. No parece haber oído del gran problema que tenemos de ser la plaga más grande del planeta, que sólo por lo numerosos que somos, causamos una gran devastación y hasta hay la posibilidad de que en las próximas décadas el planeta ya no pueda sostenernos y desaparezcamos.
Lo anterior le parece una exageración a muchos, pero sólo hay que recordar que apenas unas décadas atrás era impensable que tuviésemos que comprar agua embotellada para poder tener agua para beber. Muy poco tiempo atrás era sano comer vegetales crudos; hoy es un peligro por los insecticidas y las bacterias. Hasta no hace mucho el agua de pozo era pura y cristalina; hoy hay que cerrar y condenar pozos por lo tóxicos que se han vuelto. Y así sucesivamente.
Todavía hay quien saca cálculos matemáticos de que en Puerto Rico podrían caber ocho millones de personas, a base de los pies cuadrados que ocupa cada uno. Este argumento lo he visto a nivel mundial. Claro que cabríamos, sin tener entonces espacio para sembrar o para disponer de la basura, o para recoger agua en lagos artificiales, o para tener árboles que den sombra y refresquen la temperatura. Los que montan este argumento a nivel mundial destruirían el Amazonas con tal meter la gente allí que se multiplicaría gracias a la política de que las mejores madres son las que tienen muchos hijos.
Pero lo que es horrible también en este tipo de sermón es el cargo de conciencia que le imponen a los que no piensan como ellos y no tienen la capacidad para razonar como lo hacemos en este momento. Estoy seguro que de ese sermón que escuché ayer domingo salió más de una chica entristecida por ser egoísta o cosa parecida. Esto es lo que también ignoran los que son como aquel cura: no saben lo que es tener los pies en la realidad es sentirse pecador porque uno no puede llegar al ideal imposible que ellos imponen. Esa es la definición de un fariseo, que eran los que en época de Jesús imponían cargas imposibles al pueblo que ni ellos mismos cumplían.
Otro error de ignorante que cometió este cura fue confundir el control de la natalidad con el aborto. La misma Iglesia reconoce el derecho de planificar la familia y de que la pareja decida cuántos hijos quiere tener; reconoce el método de control natural de la natalidad (independientemente de cuán efectivo sea). La Iglesia de hecho plantea en Vaticano II, Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, que en la determinación del número de hijos, el estado y la Iglesia tienen el deber de informar a los cónyuges también sobre los progresos científicos en el estudio de los métodos de control de la natalidad cuya seguridad haya sido bien comprobada y que concuerden con el orden moral. (§87)
El tipo de catolicismo que promueve este tipo de cura es el que se reduce a los asuntos de moral, es decir, de sexualidad y dentro de la sexualidad, el aborto. Si uno le sigue la corriente termina incapaz de tener un verdadero encuentro con Cristo y con el evangelio. Para este tipo de cura el sexo es un asunto de legalidad o moralidad legalista y es más importante la doctrina sobre el sexo, que el encuentro personal con Cristo, imagen del Padre, y el amor al prójimo.
Además de lo anterior el cura en cuestión se disparó un truco que es típico de estos fanáticos y es el de citar fuentes inventadas. Dijo que no sé cuál economista "muy famoso" de Estados Unidos dijo que la presente crisis económica es culpa de que las mujeres no hayan querido tener más hijos y que hayan habido "tantos" abortos. El muy tonto se creía que los allí presentes eran todos unos tontos. Estoy seguro que más de uno sintió la misma sensación de náusea que yo sentí. En toda la literatura sobre la crisis económica no aparece la más mínima referencia al descenso poblacional como causa de la crisis. Al contrario, en la literatura se habla de que una de las causas de que la China haya progresado ha sido el descenso poblacional y según el tema que se trate siempre aparecerá la opinión entre los economistas que el descenso poblacional beneficia la economía de los países.
Se me ocurre ahora mismo que el individuo está tan confundido que quién sabe si a lo que se refería era a la crisis del Seguro Social en que sí es cierto que el descenso poblacional lo ha afectado adversamente. Pero eso no tiene que ver con la crisis por la que pasamos ahora mismo en que pareciera que la industria automovílistica va a desaparecer y que la Budweiser hubo que vendérsela a los belgas y hay miles y miles de desempleados. Entre tanto la crisis del Seguro Social se ha estado atendiendo hace décadas y a nadie se le ha ocurrido lamentarse de que los baby boomers (la presente generación en vías de acogerse a la jubilación) hayan tenido menos hijos. En todo caso el problema se ha identificado, no en términos de la menor cantidad en las generaciones posteriores, sino en el mecanismo del modelo económico sobre el que se montó el sistema del Seguro Social. Con la experiencia que hemos logrado desde que se instituyó el Seguro Social, ya estamos desarrollando mejores mecanismos. Entre ellos está el experimento con las 401K que a su vez se basa en el experimento exitoso en Chile en que el dinero para el retiro fue manejado por los mismos trabajadores e invertido en la Bolsa de valores.
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