Sto. Tomás apóstol - "Pon tu dedo en la llaga del costado..." |
Cuaresma fue la época de penitencia y conversión. Pascua es ahora, durante estas otras seis semanas, el tiempo de la alegría y la celebración del Resucitado. La fe en la resurrección conlleva la alegría de sabernos amados por Dios.
Tratar de explicar la fe y la alegría de la fe es como tratar de explicar el amor y la alegría del amor. Nadie necesita de esas explicaciones.
En Juan 6:27 encontramos que dice, Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Nótense esas últimas palabras: la obra de Dios es creer en Jesús, enviado del Padre.
Lo que nos une a Dios no son las ideas o la confesión de las verdades teológicas. Nos unimos a Dios, no con el cerebro, sino con el corazón, en el que se da fe.
Y creer en el hecho de que Jesús es el enviado del Padre no es tener fe en el sentido de la fe del corazón, sino que es tener fe en el sentido del cerebro. Pero siempre será algo problemático, esa fe en cuanto un creer en una verdad que reconoce la mente. La mente puede equivocarse. Aun las verdades científicas son verdades provisionales y un científico que no reconozca eso, no es un buen científico.
La fe de que le habla Jesús a sus seguidores es la adhesión a su persona como Palabra del Padre. Eso es algo que está más asociado al corazón, que a la mente.
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