El mero hecho de cantar a la Iglesia (el Vaticano) como asediada por la malicia de unos enemigos públicos en nuestro tiempo es un síntoma del mal que le aqueja. Ante los hechos innegables de que hubo encubrimiento y defensa de los sacerdotes culpables de delitos sexuales con menores el Vaticano se preocupa más por la imagen de la Iglesia. Cuando debiera preocuparse, no tanto de su propia imagen, sino de sus hijos, las ovejas a su encomienda, es decir, los niños y niñas cuya inocencia fue terriblemente tronchada a manos de quienes ellos confiaban, los sacerdotes. La actitud de la Iglesia lejos de ser la de una orientación pastoral, es de una orientación política y diplomática, por no decir legalista.
El Papa ha emitido un documento, Normae de gravioribus delictis sobre el procedimiento para manejar los casos de acusaciones contra los sacerdotes. Nótese la preocupación implícita: los sacerdotes, sin referencia a las víctimas. El que comienza a leer el documento que aparece en la página de Internet del Vaticano (http://vatican.va) ve enseguida que se trata de unos principios enmarcados dentro del legalismo del Derecho Canónico.
Nótese con cuánta rapidez el Vaticano procedió con la destitución de un obispo australiano por haberse atrevido a sugerir que ante la escasez crónica de clero, de pastores, sería conveniente relajar la disciplina del celibato y también considerar la ordenación de mujeres. Pero en el documento sobre los casos de delitos sexuales del clero, en el reciente documento antes mencionado, el Vaticano se lava las manos y declara que cada obispo es autónomo en su diócesis y tiene la responsabilidad de resolver sus problemas. Hay dos varas de medir aquí.
Mientras que el obispo australiano fue destituido de su diócesis, el Cardenal Law de Boston, obligado a renunciar a la luz de su manejo irresponsable del asunto de los curas delictivos fue elevado de rango y “premiado” con un puesto y jugoso salario en el Vaticano.
Alguien podría decir que no es igual, en términos morales, la ordenación de mujeres y la investigación y castigo de los delitos sexuales de los sacerdotes. Baste abrir los ojos. En otro documento de los últimos meses se condenó la ordenación de mujeres como si fuese le más grave de los delitos y entre tanto, no hay mención alguna de las vidas destrozadas de todos los inocentes que se encontraron siendo victimizados por los que debieron haber sido sus ídolos, sus guías, sus pastores.
..............
Comentarios