Los maestros manifestantes - con su ortografía de pueblo |
Ahora al mediodía se escuchan los que se manifiestan y gritan frente al Departamento del Trabajo. También se escuchan las bocinas de los autos que no pueden pasar – a la hora de ir a almorzar.
Hay quien sigue en una cápsula del tiempo, todavía están en los 1960 y 1970 cuando eran estudiantes y les dijeron que no podían confiar en ningún gobierno y que los trabajadores sólo pueden conseguir las cosas sacando pecho y con mollero.
Hay quien sigue pensando que la relación entre pueblo y gobierno tiene que ser cosa de adversarios, sobre todo si el partido del gobierno se ve como un usurpador. Por eso hemos seguido repitiendo las elecciones de 1972 y 1976 cada cuatro años. Los temas siguen siendo iguales: “Con Fulano ganamos”; “Somos más, pa’ que tú lo sepas”, y así. Se eligen los presidentes de los comités municipales sin una sola mención de un programa de gobierno. Y hay regocijo cuando hay evidencia para atacar a los del otro partido, aunque sea una bobería, como decir que el gobernador bailaba y así se entretenía el pueblo.
Cuando el bizcocho se está acabando la solución no es pelear más para agarrar las últimas migajas. Lo que hay que hacer es buscar la manera de hacer más bizcocho.
Cierto, los ricos son cada vez más ricos. Y en Venezuela hay una inflación de 60%. Obvio, que el supuesto “socialismo del siglo 21” es algo equivocado, ni la solución del capitalismo sin freno es algo acertado.
Pero hay una diferencia. En Venezuela, se han estado cometiendo todo tipo de errores, comenzando por la sustitución de los ingenieros de petróleos por “camaradas”. Lo mismo sucedió cuando Fidel puso al Che al frente del Banco de Cuba… Desde ese momento, temprano en la Revolución, ya la economía cubana iba al precipicio, guiada por la ideología, como si estuviéramos en la Edad Media.
La diferencia es: bajo la democracia es posible revisar, reconocer y corregir los errores. Es posible ponerle coto a los ricos, por difícil que sea. Eso no se puede, no es posible, bajo un dirigismo del gobierno, bajo el caudillismo, porque no hay oportunidad para reconocer y corregir los errores.
Bajo la democracia habrá sabotaje, pero será posible, mediante una prensa libre, denunciar a los culpables. Bajo el dirigismo del estado eso no es posible.
En Perú, Argentina, y otros países hispanos ha habido inflaciones terribles. Pero se pudo lidiar con eso. Eso no se hubiera podido lograr con un dirigismo del estado.
Como decía un inglés, la democracia es un sistema pésimo de gobierno. Pero hasta que no aparezca algo mejor, habrá que seguir con lo “mejor de lo peor”.
El movimiento se demuestra andando, decía un griego. Pero si andando no logra llegar a donde quiere ir, es hora de inventarse algo, como hizo el otro griego, que trató de inventarse unas alas. Cuando se cayó, no fue que siguió insistiendo con la fábrica de alas. Hay una relación dialéctica entre la praxis y las ideas, decía otro alemán más reciente.
Ah, y para que la democracia funcione de verdad, hay que tener un sentido de decencia y un sentido de respeto a los seres humanos, no importa lo que ellos sean o lo que pensemos de ellos.
Digo yo, me parece.
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