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Volver a convertirse





El Señor viene, hay que prepararse, como cuando viene a visitarnos alguien que es importante para nosotros. Imagínese usted si llega cuando menos lo esperábamos y nos sorprende desprevenidos. 
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Comienza el tiempo del Adviento y uno bien puede pensar: lo mismo de todos los años. ¿La misma conversión? 
Es que una cosa es la “conversión” y otra, la “conversión”. Es decir, una es la primera experiencia del caer en cuenta de nuestra fe, de nuestra experiencia del encuentro con el Señor. Es la fe que Dios nos da sin que hayamos hecho algo para merecerlo y en ese momento nos damos cuenta de que hay que cambiar de vida, o de ordenar la vida según esa experiencia, y entonces respondemos a la exhortación del Bautista, a la… conversión.
Todos los años recordamos esa experiencia, en Adviento-Navidad y en Cuaresma-Pascua. Este recordar y revivir responde al segundo sentido de “conversión”. 
Del dicho al hecho hay un buen trecho. Es como la promesa dada en el sacramento del matrimonio o en el día de la profesión de votos, que luego hay que ponerla en práctica de día en día. 
Es como caer en cuenta de lo que hay que hacer y luego ponerse a hacerlo. 
Es como la tarea de limpiar el polvo de los muebles, que nunca termina. ¿Y si ahora llegase esa persona especial que va a llegar en cualquier momento? Mejor es acordarse ahora de pasar un paño y limpiar, aunque mañana el polvo empieze otra vez a acumularse.

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Luego resulta que Dios ya vino. Contemplar el Nacimiento y ver al Niño con los ojos de los Reyes Magos es reconocer que Dios ya está con nosotros. Eso nos alegra.
Por eso nos preocupa tener un traje adecuado, es decir, vestimenta espiritual. No queremos que Dios, que está con nosotros, piense lo que no es de nosotros. Aunque él lo sabe todo y por eso, más vergüenza me da. Entonces me alegra saber que Dios vino para que no tuviera que avergonzarme. El hijo pródigo, la Magdalena, Zaqueo, ya no tuvieron que avergonzarse, porque se les otorgó el perdón sin merecerlo. Pero mientras más pecaron, más agradecidos. Y cambiaron de vida.
Cambiar de vida es tarea de toda una vida. 


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