El relato de la Pasión de Jesús es más o menos el mismo en los cuatro evangelios.
El relato de la Pasión se puede ver en las escenas del Vía Crucis. En adición a esas escenas vamos a añadirle otras, para facilitar la reflexión.
A continuación, algunas escenas que no aparecen en el Vía Crucis tradicional.
La lectura del evangelio de la Pasión según San Marcos comienza con...
la pecadora que le limpió los pies a Jesús.
Jesús estaba a la mesa con discípulos, amigos, admiradores, curiosos.
Una mujer se acerca, se tira a tierra llorando y empieza a limpiarle los pies con el pelo humedecido en sus lágrimas.
¿No es una mujer histérica?
Algo patético.
Una mujer cargada de sentimientos de culpabilidad.
Pero, cierto,
Una golondrina no hace verano.
No fue un desliz de alguna ocasión.
Era una pecadora habitual.
¿Cuál sería su pecado?
¿De veras que fue una prostituta?
En el evangelio no consta que fuera María Magdalena.
Tampoco dice que María Magdalena haya sido una prostituta.
El sexo es algo natural, un asunto de la debilidad.
Ella quizás fue pecadora: robó, mató…muchas veces.
Robar, matar, no son cosas a las que estamos inclinados.
Robar, matar no es natural.
Ella llevó una vida “fuera de la ley”.
Ahí está.
Vivir “fuera de la ley” en sí no es malo.
La maldad no está en llevar una vida “fuera de la ley”.
La maldad está en el corazón.
Ella se reconoció “mala”.
No fue un asunto psicológico.
Tampoco fue un asunto visto “desde afuera”, de “criterio objetivo”.
Fue un asunto de reconocer el propio corazón.
Fue decir, “No quiero ser así”.
Entonces, presentarse ante Jesús.
Y no solo ella.
Nos toca a todos nosotros mirarnos, entrar dentro de nosotros.
Los "buenos", sobre todo.
Los fariseos se creían santos.
Hoy día tenemos un gran ejemplo, Papa Pancho.
Es el primer papa que se ve humano, capaz de errar. El mismo Jesús dijo, "Sólo el Padre es Bueno" (Mt 19,17).
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