Fiesta de la Sagrada Familia
La primera lectura para este domingo está tomada del Primer Libro de Samuel 1,20-22.24-28. Narra la historia de Ana, que llevó a su hijo para consagrarlo al Señor en su templo. El niño era todavía pequeño, “Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella…y lo condujo a la Casa del Señor en Silo.” El Señor le concedió aquel hijo y ella a su vez se lo cedió al Señor para servir toda su vida en su santuario.
Paréntesis
Ana, la madre de Samuel, era una de dos esposas, como en el caso de Abrahán (Génesis 11,29). La esposa de Abrahán, Sara, era estéril. Ana también era estéril. Entonces Dios le concedió a Sara ser fecunda y lo mismo sucedió con Ana.
Samuel significa “Dios escucha” y tendría el sentido de que Dios escuchó la plegaria de Ana, le concedió lo que ella pedía. Ahora Ana devolvía el favor y le entregaba a su hijo, como un tipo de sacrificio de agradecimiento.
El salmo responsorial para este domingo canta los versículos del salmo 84(83),2-3.5-6.9-10. Evoca la morada de Dios, el templo, lo mismo que el espacio de Dios en que nos gusta habitar a nosotros. ¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! Es el canto de los peregrinos, igual que nosotros, que caminamos hacia la casa del Señor.
La segunda lectura está tomada de la Carta Primera de San Juan 3,1-2.21-24. Nos invita a ver que somos hijos de Dios, igual que Samuel, igual que Jesús. Desde el momento de nuestro bautismo y nuestra conversión ya somos hijos de Dios. Lo que seremos, nos dice, no se ha manifestado todavía. Pero entre tanto, seámosle fieles al observar sus mandamientos.
“Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.” En esto consiste la definición de un cristiano. El resto son detalles.
El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
El evangelio de hoy, está tomada del evangelio según San Lucas 2,41-52. Narra que todos los años los padres de Jesús iban a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, igual que lo hacían los padres de Samuel, que iban todos los años al santuario de Silo.
En esta ocasión que se nos cuenta, Jesús tenía doce años. Es como decir, llegaba a la edad en que los jovencitos judíos se presentan en la sinagoga para su ceremonia de responsabilidad adulta (bar mitzvá) y de ahí en adelante se hacen responsables de su propia vida. Parte de ese rito de pasaje o de iniciación a la vida está ser catequizados en cuanto a la Torá y la ley.
Al momento de unirse a los que van de vuelta a sus casas, sus padres no saben dónde está Jesús. Hoy día los hubieran llevado al Sanedrín por descuido de hijos. Tres días más tarde lo encuentran sus padres en el templo, en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos estaban asombrados de sus preguntas y sus respuestas, como sucederá luego una vez Jesús salga a predicar de adulto pleno.
María le dice, “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús le contesta que debía ocuparse de las cosas del Padre. Y entonces vuelve con ellos a casa, a Nazaret, “y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón”.
En la tradición reciente (siglos 18-19) se enfatiza esto último, la humildad con que Jesús vuelve con sus padres y se mantiene obediente a ellos.
Comentario breve
[Recuerde el lector que comparto reflexiones, ideas, puntos del pensar que descansa un momento para luego seguir rumiando, pensando. No se trata de afirmaciones oraculares, ni olímpicas. Es más conversación al modo de los ensayos periodísticos en los periódicos madrileños que luego se discutían en el café del Pombo, y en otras tertulias.]
En el domingo de la infraoctava de Navidad se nos propone anualmente la fiesta de la Sagrada Familia.
El ideal moderno de la familia
Está la idea de la familia al estilo de los anuncios de los mormones y de Norman Rockwell. Son tiempos…idealizados. Tal vida familiar nunca existió y es un modelo, un punto de referencia, más que otra cosa.
Para los cristianos, el punto de referencia para nuestro ideal de vida no es lo que pudiese estar establecido en una sociedad en un momento y lugar particular. Nuestra idea de la vida es la que encontramos en los evangelios y en la biblia.
Ya en la primera lectura vemos la poligamia de los patriarcas, que se casaban, mantenían un harén. De la misma manera que tenía un hato de ganado, así también tenían un hato de mujeres. Los mormones han sido más fieles a la palabra de Dios, que los católicos, en ese sentido.
- Ahora bien; esto de mantener un hato de mujeres es cosa de gente rica. Los demás nos conformamos con una mujer y apenas nos da para poder mantenerla. Qué va uno a pensar en mantener alguna otra amante por el lado.
- Aparte de eso, recuerdo en mi niñez cuando en las tertulias se criticaba el hecho de que los velorios ya no eran lo mismo que antes. Para entonces los que llegaban hacían ruido, hablaban en voz alta, se reían y charlaban. Las mujeres iban pintadas y hasta fumaban. Recordar que en aquel momento todavía los cigarrillos venían sin filtro.
- Se me ocurre pensar lo que sigue.
- Antes de aquel entonces, los velorios se daban en las casas, como en el caso de mi abuelo, que murió en 1955. Pero entonces se desplazaron a las funerarias y eso coincidió con la promoción de cosméticos como el lápiz labial.
- Hoy sabemos que vemos el mundo distinto según el escenario en que estamos. Soldados que eran drogadictos en el frente, abandonan la droga al llegar a casa. No es lo mismo un velorio en la casa del difunto, que en la funeraria.
- Al pensar eso, uno puede también pensar que la expresión de rechazo a las nuevas costumbres en los velorios puede ser una expresión de resentimiento frente a lo nuevo. Y de repente ese resentimiento se “embotella”, se empaqueta, se encarna, tras el parapeto de las ideas de la religión. Allá están los vanidosos, los espíritus livianos, y acá estamos los que sabemos lo que hay, los iniciados a la verdad católica.
- No nos damos cuenta de que ese rechazo a la modernidad no tiene que ver con la religión, sino con la incomodidad de seguir con una mentalidad de sociedad agrícola en una sociedad industrial avanzada – o como se le quiera llamar al escenario nuevo en que vivimos.
- Esa mentalidad de cristianos en guerra, contra el mundo, todavía persiste, sobre todo entre los tradicionalistas que sienten nostalgia por un catolicismo idealizado de los años de la década de 1950. Tal mentalidad en realidad es una forma de farisaísmo.
- Del otro lado están los que sienten un resentimiento parecido, igualmente ciego, hostil a la iglesia.
- Desde ese análisis saltan a la conclusión de que esto es suficiente argumento para repudiar no sólo el catolicismo, sino la religión como tal. La religión no es sino una máscara para los prejuicios, piensan.
- No caen en cuenta de sus propios prejuicios, asociados también al resentimiento.
- De esa manera sienten un placer morboso en denunciar la inmoralidad de los ricos y poderosos. Hacen coro con los católicos en la denuncia de nuestros tiempos. Si llegan al poder, como en Cuba, imponen la idea de que todos debemos ser “pobres de espíritu”. Eso no es lo que encontramos en los evangelios.
- Sería interesante conversar con Ernesto Cardenal sobre su experiencia de vida.
- Habría que dejar a un lado la estridencia de la discusión para seguir pensando esto sosegadamente.
- Uno ve cómo el ideal del matrimonio moderno se puede interpretar como algo que deriva de la mezquindad de unos pobres que han llegado al poder y que ahora toman venganza contra los ricos imponiendo sus viejos criterios de pobres sobre toda la sociedad.
- Es decir: “Si tener varias mujeres es un lujo, maldita sea el lujo y de ahora en adelante la ley es que tengamos una sola mujer”.
- De inmediato uno cae en cuenta: los casos de las revoluciones socialistas como Cuba son producto de la misma mentalidad de la hostilidad contra los usos de una sociedad que abandona la agricultura. Los cristianos sólo se habrían hecho eco de esto.
Hay un elemento hiperbólico en lo que planteo. Es el problema del diálogo en que uno busca adelantar puntos de vista diferentes.
Y es cierto que históricamente lo que también ha sucedido es el prevalecer de la idea germánica de la familia. Para las tribus migrantes como los visigodos en España, el concepto de un matrimonio es de tipo “atómico” (papá, mamá, los hijos).
Los romanos practicaban la familia extendida: el pater familias (el patriarca), los hijos con sus respectivas esposas, los nietos con sus esposas… El grupo familiar incluía a los clientes, las familias allegadas, los primos, los colonos solidarios, hasta los mismos esclavos. En un momento dado un abuelo podía desheredar a los hijos y testar a favor de algún esclavo. La manera de hacerlo era mediante la adopción. Para todos los efectos romanos el esclavo se convertía en un hijo de la noche a la mañana. Más de un emperador fue el hijo adoptado del emperador anterior.
Ese sentido de familia amplia de los romanos sobrevivió hasta nuestros días en nuestra América hispana. Estaban los “arrimaos” que se consideraban parte de la familia. En la finca de mi abuelo, todos venían a comer a la casa. Mi abuela bautizaba a todos los hijos del barrio y así todos eran compadres.
Cuando hubo repartición de tierras bajo Muñoz Marín, los agraciados luego le ofrecieron a sus hijos terreno para construir casas alrededor de la casa principal y así hoy día hay sectores enteros con nombres de familias. Cuando uno pide direcciones le dicen, “Eso está por allí, por los García”.
En la mafia italiana de Nueva York y Chicago también hay una red de familias que para los efectos son verdaderas familias, aunque no hayan relaciones de sangre. Los españoles y latinos le dan mucha importancia a la fidelidad, por sobre otras consideraciones.
Pero de la misma manera que ya nadie bebe zarzaparrilla, sino que prefieren Coca Cola; la sangría no tiene el prestigio internacional del whisky; la pelota vasca no es tan conocida como el golf escocés; así también eso de la familia hispano-romana no cuadra con las ideas anglo sajonas de la familia atomizada. Los españoles prefieren irse a pasear y a conversar en los bares; en Seattle y Boston prefieren irse a su casa y encerrarse en sus asuntos privados.
En el Caribe nuestros edificios debieran aprovechar el fresco de los vientos y así, nuestra casas siempre tuvieron techos altos con plafón. Entonces comenzamos a descartar eso y a construir casas como si estuviésemos en las grandes praderas, con un espacio infinito, horizontal. Y llenamos la isla de cajones de cemento.
Los españoles construían lugares de habitar alrededor de patios. Con los norteamericanos construimos patios alrededor de casas -- patios inservibles, más bien decorativos.
El correo de Ponce (el viejo, en la calle Atocha) tiene un sótano con espacio para la caldera de calefacción. Cuando era estudiante en la Universidad Católica de Ponce, los salones eran abiertos y circulaba el aire libremente. La arquitectura estaba dispuesta de manera que nunca hubo problemas, ni de circulación, ni de algarabía en los pasillos. Entonces a alguien se le ocurrió poner aire acondicionado en los salones.
Casa de Henry Klumb, hoy. La diseñó para vivienda propia. |
Los edificios que diseñó el arquitecto Henry Klumb para la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras en los años de los 1950 fueron modelos de funcionalidad y belleza, con amplia circulación de aire. Se le denominó estilo moderno tropical. Esos edificios también fueron víctimas de nuestra ignorancia. Véase también el caso de la iglesia de Santa María en Ponce, construida por esa misma época. Con una excelente circulación de aire, decidieron ponerle aire acondicionado.
Entonces, hay que pensar mejor nuestro pasado para visualizar mejor nuestro futuro. Nuestro habitar depende de nuestras ideas preconcebidas. Si no pensamos, terminamos pretendiendo vivir en el trópico como si estuviésemos en Wyoming; defenderemos un ideal de vida familiar de tiempos caducos. Es como sacarle un ala de un avión para encajársela a otro modelo e insistir que debe caer en su sitio porque, después de todo, se trata de un ala ("Un ala es un ala," diremos).
La familia cristiana: lo fundamental y lo circunstanciado
Con la idea del matrimonio en la biblia pasa como con los templos entre los israelitas. Durante mucho tiempo hubo templos en diferentes localidades. La localización del templo único en Jerusalén como símbolo de la unidad nacional es algo posterior al retorno del cautiverio babilonio. En el relato de la consagración de Samuel vemos que el templo está en Silo.
En otras palabras, que esto de la ubicación del templo fue producto de circunstancias históricas, lo mismo que la idea de la familia y de la mujer y los hijos. El matrimonio es una institución histórica y social. Dios permitió que la adoración debida a él se expresara en templos y de la misma manera permitió que los usos matrimoniales expresaran la relación sexual humana.
En otro tiempo se pensó que el matrimonio era una expresión de la sexualidad para la procreación. Últimamente pensamos que el matrimonio es una expresión del compromiso entre dos personas, aparte de la sexualidad. La sexualidad y la procreación son aspectos secundarios en el compromiso (pacto) matrimonial.
Toda esta reflexión nos lleva a ver lo importante que es distinguir entre lo fundamental y las expresiones históricas y sociales de eso fundamental. Las formas de contraer matrimonio son múltiples y diversas en diversas culturas, sociedades y tiempos históricos. El concepto de la mujer varía, cuando la mujer puede verse como objeto, o puede verse como persona. Pero en todos los tiempos y sociedades lo que nunca varía es la idea del compromiso mutuo de fidelidad. La mujer será fiel al marido; el marido le será responsable a la mujer. Si no, ¿a qué pasar el trabajo de pedir la mano de otra esposa más a sus padres para entonces casarse con la quinta concubina? Está el caso de Jacob, que se casó con dos esposas, y tuvo que primero recibir el permiso de ellas para tener unos cuantos hijos con sus otras esclavas (Génesis 29,28ss).
En su sentido fundamental el matrimonio como institución no tiene relación directa con la procreación. En tiempos bíblicos tampoco era asunto de leyes. Era asunto de compromiso, de palabra, de responsabilidad personal.
Quintana Blas Olleras, Chicas en el harén. |
Aun teniendo concubinas, se esperaba que el marido les fuera fiel. Buscar una mujer fuera del círculo de las suyas era serles infiel. Probablemente a eso se refiere Jesús al hablar del adulterio en el corazón del que piensa sobre la esposa de otro.
¿Para qué uno va a necesitar pensar en la esposa de otro, si tiene siete concubinas y dos esposas? Ahí vemos que el matrimonio y el amor no necesariamente van ligados.
También podemos diferenciar entre matrimonio y familia. El matrimonio es la expresión de un compromiso de fidelidad. La familia es la manera con que se traduce a la práctica ese compromiso.
Uno puede estar casado, pero la manera de llevar una familia puede ser distinto según la sociedad y la época histórica. El matrimonio es el compromiso de fidelidad. La familia es la manera de convivir, traduciendo así ese compromiso.
De esa manera podemos identificar lo fundamental en los relatos y en las enseñanzas bíblicas, que es la manera con que Dios se comunica.
En lo fundamental, lo que propone la primera lectura de hoy es: un niño que nace de una manera milagrosa y se le dedica a Dios en su templo, a manera de una entrega total, como una especie de sacrificio.
La vida escondida de Jesús
Jesús vivió con sus padres durante muchos años, sin aspirar a ser otra cosa que el hijo del carpintero. Se nos propone este periodo de la vida del Salvador como un modelo para los cristianos. Igual que María que guardaba todas esas cosas en su corazón, contemplamos esta humillación del hijo de Dios.
- A lo que nos invita este tema: a contemplar a Jesús que no estimó humillante adoptar la condición de un humano.
- Visto esto de esta manera, en realidad lo estamos viendo “desde arriba”, como si nosotros entendiéramos la mente de Dios.
- Si vemos esto “desde abajo”, podemos pensar que Jesús no veía o sentía humillante el pasar por la condición de sometimiento a sus padres.
- En cuanto niño y luego joven, ni se daba cuenta.
- Algunos estudiosos católicos, desde los años de los 1950, buscaron analizar las expresiones públicas de Jesús y concluyeron que al comienzo de su predicación él no se veía a sí mismo como “el hijo de Dios”. Esto es, visto “desde abajo”, según lo que nosotros vemos.
- Desconozco si luego se ha seguido hablando de esto, pero pensaría que esa idea quedó atrás a medida que sabemos más de las expresiones, los dichos, de Jesús.
- Podemos pensar que Jesús, un hombre como cualquiera otro, vio su proyecto de vida con ilusión. No era una carga, sino un placer. Cuando uno está ilusionado por llegar a una meta, no ve las dificultades del camino.
- Qué tal si un novio le dijera a su prometida, “Es muy trabajoso tener que irte a visitar a cada rato. Vamos a vernos una vez en quince días”… Un novio enamorado no encuentra trabajoso, ni humillante, ir a ver la novia.
Finalmente, está la indicación del evangelio, de que “María guardaba estas cosas en su corazón”. Uno puede pensar en su perplejidad.
Podemos detenernos a compartir con ella esa perplejidad.
……………
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