Ilustración en las paredes de las catacumbas de Roma. |
Las lecturas de este domingo siguen el tema del Buen Pastor.
Uno de los temas asociados por obligación al tema de la pastoral es la de los pastores que traicionan a sus ovejas.
Estos últimos son los que más han provocado escándalo. En nuestros tiempos los pecados del sexo son más atractivos para la prensa que los pecados de avaricia y mala administración.
Aparte de eso, la traición a la inocencia de un niño por parte de quien figura como un ser tocado por Dios, es un verdadero crimen.
Pero lo que se destapó, como muchos saben, no es sólo ese elemento horroroso en las iglesias católicas y no católicas. Fue el otro elemento igual, o peor al anterior: el encubrimiento. Salió a la luz que durante décadas, quizás desde siempre, los responsables de la jerarquía eclesiástica pasaron por alto tales crímenes. Quizás no entendían y lo veían como asunto de debilidad humana.
La Iglesia institucional se enfocó en "sus" curas y no pensó tanto en las víctimas. Vio el asunto en términos de defender la institución.
Hasta hace una década y hasta menos, todavía Roma esgrimía la imagen de una institución asediada por los poderes de este mundo. Eso cuadraba con los prejuicios antimodernistas de los tradicionalistas.
Más de un caso de abuso sexual se pasó por alto: lo mismo desvíos, que acosos y violaciones corrientes. Fue más importante disimular, disfrazar, excusar, tapar. Los clérigos eran más importantes que sus víctimas.
Aun ahora, cuando un cura arrepentido vuelve y deja atrás una mujer con la que tuvo un "desliz" el enfoque va sobre el cura. Entre tanto queda olvidada la mujer abandonada, que quizás hasta quedó encinta.
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Este es el error que cometen los tradicionalistas en este contexto; que cometió Juan Pablo II. Consiste en darle más importancia a la institución que a las personas, en ver a los obispos como administradores, y no como pastores.
Un pastor vela por el bien de las ovejas; no tanto por el bien institucional.
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En el 2016 propuse unos apuntes sobre este domingo.
El lector puede ver estos apuntes aquí (pulsar).
Uno de los temas asociados por obligación al tema de la pastoral es la de los pastores que traicionan a sus ovejas.
- Están los que son "peseteros", que sólo piensan en el dinero de sus ovejas, para su propio beneficio.
- Están los fariseos, que piensan en alimentar su vanidad.
- Los más que vienen a la mente en estos días son los pedófilos, los que abusan de los niños y de las niñas.
Estos últimos son los que más han provocado escándalo. En nuestros tiempos los pecados del sexo son más atractivos para la prensa que los pecados de avaricia y mala administración.
Aparte de eso, la traición a la inocencia de un niño por parte de quien figura como un ser tocado por Dios, es un verdadero crimen.
Pero lo que se destapó, como muchos saben, no es sólo ese elemento horroroso en las iglesias católicas y no católicas. Fue el otro elemento igual, o peor al anterior: el encubrimiento. Salió a la luz que durante décadas, quizás desde siempre, los responsables de la jerarquía eclesiástica pasaron por alto tales crímenes. Quizás no entendían y lo veían como asunto de debilidad humana.
La Iglesia institucional se enfocó en "sus" curas y no pensó tanto en las víctimas. Vio el asunto en términos de defender la institución.
Hasta hace una década y hasta menos, todavía Roma esgrimía la imagen de una institución asediada por los poderes de este mundo. Eso cuadraba con los prejuicios antimodernistas de los tradicionalistas.
Más de un caso de abuso sexual se pasó por alto: lo mismo desvíos, que acosos y violaciones corrientes. Fue más importante disimular, disfrazar, excusar, tapar. Los clérigos eran más importantes que sus víctimas.
Aun ahora, cuando un cura arrepentido vuelve y deja atrás una mujer con la que tuvo un "desliz" el enfoque va sobre el cura. Entre tanto queda olvidada la mujer abandonada, que quizás hasta quedó encinta.
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Este es el error que cometen los tradicionalistas en este contexto; que cometió Juan Pablo II. Consiste en darle más importancia a la institución que a las personas, en ver a los obispos como administradores, y no como pastores.
Un pastor vela por el bien de las ovejas; no tanto por el bien institucional.
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En el 2016 propuse unos apuntes sobre este domingo.
El lector puede ver estos apuntes aquí (pulsar).
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