En el evangelio de hoy encontramos la parábola de la viuda insistente y el juez corrupto. |
La primera lectura para este domingo nos presenta a Moisés y la batalla contra los amalecitas. Mientras Moisés mantenía sus brazos en alto, los israelitas ganaban. Si Moisés bajaba los brazos, los israelitas comenzaban a perder. Entonces vienen dos a ayudarlo para que Moisés pueda seguir sosteniendo los brazos en alto.
- Eso es como hacer trampa.
- También es una manera supersticiosa de pensar: si hacemos el encantamiento, se producen los resultados "supernaturales".
- Dios está a las órdenes de nosotros, nos favorece si nosotros cumplimos lo que él exige.
Esto anuncia lo que encontraremos en el evangelio.
Nuestras mentes limitadas no pueden pretender entender la mente de Dios, mucho menos podemos pretender juzgarlo.
En la lectura del evangelio de hoy Jesús presenta el caso de la viuda impertinente ante el juez corrupto.
En aquella época –y también hoy día– las viudas quedaban desamparadas al morir su marido.
El juez era un corrupto, un hombre que no le tenía miedo a Dios. Con eso está dicho todo. Era un sin-vergüenza, no disimulaba su condición de corrupto, como tantos políticos y banqueros de hoy día. Para conseguir un fallo favorable, había que comprarlo con mucha lana y otros favores. Si la viuda era jovencita, ya usted se lo puede imaginar. Si la viuda tenía derecho a los terrenos y posesiones de su difunto esposo, también se lo puede imaginar.
Sólo que esta viuda era una mujer honesta y decente, como deben ser todos los cristianos. Además, esta viuda temía a Dios y tenía mucha fe en Dios. "Despierta, oh Dios, ven y defiende mi causa," rezaría ella a menudo. Era una mujer que temía a Dios y no le temía a los hombres.
Además, esa viuda era también mujer de carácter y fuerza de voluntad. Así que siguió importunando el juez, todo el tiempo, para que le reconociera lo que en justicia tenía que reconocerle.
Además, esa viuda era también mujer de carácter y fuerza de voluntad. Así que siguió importunando el juez, todo el tiempo, para que le reconociera lo que en justicia tenía que reconocerle.
Usted y yo quizás no hubiéramos tenido la perseverancia, "la fe", de aquella viuda. Quizás nos hubiera dado vergüenza por estarnos "sobrando" en el tribunal. No es fácil mantenerse con los brazos en alto, como hizo Moisés. Pero ella fue una mujer de una gran fe. Creyó firmemente que Dios estaría de su parte. Y tanto estuvo, hasta que el juez cedió, con tal de quitársela de encima.
El lector me permita compartir otro comentario sobre el evangelio de este domingo.
- En la España de mediados de siglo 20 (la época del franquismo y el nacional catolicismo) se confundió la perseverancia cristiana con la intransigencia dogmática.
- El problema de intransigencia dogmática es que puede terminar siendo poco santa y poco cristiana, a fuerza de ser intransigente.
- Una cosa es ser una viuda íntegra, una cristiana decente que pone su confianza en Dios y en Jesús como Palabra del Padre, una mujer de carácter que es firme y decidida en su fe.
- Otra cosa es ser católico "integral e integrista" que no admite "medias tintas". Peor aun si sale a predicar que hay que vivir la fe al modo de los niños y no al modo de los adultos. No es bonito ver adultos que entienden su religión como niños inmaduros, al nivel del catecismo de Primera Comunión.
Mis reflexiones para este domingo, en el 2016, pueden verse aquí.
Comentarios