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Domingo de la Ascensión, Ciclo A



Las primeras lecturas son las mismas para la celebración de esta solemnidad todos los años. La que cambia es la tercera lectura, el evangelio, que sigue al evangelista correspondiente a este ciclo. En el ciclo A leemos el evangelio de Mateo a través de los domingos del año.
Por esta razón pongo a continuación el mismo resumen de las primeras lecturas según lo puse en este Blog en el 2016.

La primera lectura corresponde a Hechos 1,1-11. En esos breves versículos se narra la subida de Jesús al cielo, la ascensión. Jesús pasa cuarenta días con sus discípulos y termina dando instrucciones a sus apóstoles antes de partir. Los apóstoles son los que él escogió “movido por el Espíritu”. Compartiendo con ellos en una cena les dice que no salgan de Jerusalén hasta que sean bautizados con el Espíritu. Los discípulos le rodean y le preguntan si ha llegado el momento de la restauración del reino de David, el reino de Israel. Jesús les contesta que eso sucederá cuando el Padre así lo disponga. Entonces les anuncia que al recibir el Espíritu Santo tendrán la fuerza para salir a dar testimonio. A continuación se eleva a la vista de todos, hasta que una nube se los quita de la vista y ellos se quedan mirando al cielo. 
Se nota que aquí hay composición cuando la narración salta de una cena, a los apóstoles mirando al cielo.
La encomienda de Jesús aquí es la de ser sus testigos, luego de haberles hablado del reino de Dios. No hay mención de ir a bautizar con agua, ni de la Santísima Trinidad. Menciona que recibirán el bautismo del Espíritu para tener la fuerza de salir a dar testimonio.

El salmo responsorial canta versículos del salmo 46: Dios asciende entre aclamaciones. Unámonos nosotros también con nuestras alabanzas.

La segunda lectura corresponde al comienzo de la epístola de San Pablo a los Efesios 1,17-23. En su saludo Pablo evoca una bendición pidiendo que Dios conceda el espíritu de sabiduría y revelación para conocerle. Que su Espíritu nos ilumine para reconocer lo que nos ofrece y el tan gran poder con que resucitó a Cristo y lo sentó a su derecha en el cielo, por encima de todo lo que existe. Todo lo puso a sus pies y después, con él, puso a la Iglesia como su cuerpo siendo él la cabeza. Así los miembros de la Iglesia son miembros del cuerpo de Cristo, “Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.”

Una segunda lectura alterna disponible para este día corresponde a la epístola a los Hebreos 9,24-28;10,19-23. Cristo entró en el cielo para ponerse ante Dios como nuestro intercesor. No es que se ofrece muchas veces, como lo hacían los sacerdotes hebreos en el santuario llevando sangre de animales. Cristo padeció una sola vez y ese sacrificio bastó para quitar los pecados. Retornará, no a condenar, sino a salvar a los que le esperan. Por eso acerquémonos al santuario contando con el camino nuevo inaugurado por él, gran sacerdote, firmes en la esperanza porque es fiel quien hizo la promesa. 
Es posible que el santuario a que se refiere la lectura es el templo de Jerusalén, lo que ubicaría esas palabras en la época de los primerísimos tiempos de la comunidad cristiana. Esto es una idea mía. 

La tercera lectura, el evangelio, corresponde al pasaje de Mateo 28,16-20. Los once discípulos van a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Allí lo encuentran y algunos lo adoran mientras otros todavía dudan, nos dice el evangelista. Jesús entonces les dice, al modo de un centurión que arenga las tropas (digo yo) que tiene toda autoridad concedida "de arriba" para mandarlos en su misión. Su misión es ir a hacer discípulos de todos los pueblos, enseñándoles todo lo que él enseñó, y bautizándolos en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Les asegura: "'Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

En las apariciones de Jesús luego de la resurrección hay múltiples narraciones, de la misma manera que hay más de una comunicación del Espíritu Santo. A simple vista pareciera haber un conflicto entre todas esas apariciones y narraciones, pero al contrario, en su diversidad confirman su veracidad. Si todos dijeran lo mismo (como los testigos en un juicio) con las mismas palabras, eso sería evidencia de una conspiración para decir una mentira. 
En este caso el pasaje de Mateo corresponde a la tradición de los que vieron en Galilea. De lo que no podemos estar tan seguros es lo de la encomienda de bautizar en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esa fórmula trinitaria no aparece hasta unos trescientos años después de Cristo. Aparte de eso, en la mayoría de los otros lugares en San Pablo y en Hechos de los apóstoles no se le da tanta importancia al bautismo. Con todo podemos decir que no es necesario levantar una controversia en torno a este punto. 
Ya estamos cansados de tantas controversias entre cristianos, cuando todos compartimos lo fundamental, lo que se nos predicó desde el principio y que encontramos en los evangelios. "Cree en el Señor Jesús y serás salvo" -- eso es lo fundamental. Si alguien necesita poner que hay que bautizarse, santo y bueno porque eso es una expresión de nuestra fe. Lo mismo, el sacramento de la Confirmación, que confirma en la misma fe bautismal. Y así sucesivamente. En lo fundamental todos estamos de acuerdo.





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