El tema de este domingo es la expulsión de los mercaderes del templo.
Jesús se presenta con autoridad mesiánica ante los líderes judíos y ante el pueblo. No olvidemos que él era judío y creía en la Ley. Él no vino a abolir la Ley, sino a cumplirla, como lo anunciaron los profetas. (Mateo 5,17)
Los profetas también llamaron al pueblo a una conversión de corazón, como la que nos toca a nosotros examinar todas las cuaresmas, todos los años. Uno puede volverse miope (el que ve de cerca, pero no de lejos) y quedarse mirando lo que tiene al frente. Uno puede pensarse justo, como tantos que ofrecían sacrificios obedientemente, como lo disponía la Ley. Pero en realidad uno está mirando la Ley y no a Dios, que está detrás de la Ley. Uno puede terminar idolatrando la Ley.
Es lo que quiso decir Jesús al defender su acción. Él no vino a destruir al templo, sino a confirmar el templo como el lugar de cumplimiento de la Ley. Él no vino a abolir la Ley, sino a invitarnos a apropiarnos la Ley como medio y no fin en sí mismo. La Ley es el medio para encontrar a Dios, que es lo fundamental de nuestra fe.
Esta reflexión la continúo en YouTube e invito al lector a pasar a mi presentación oprimiendo aquí.
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