El tema de este domingo es la resurrección
La primera lectura para este domingo está tomada del Libro de la Sabiduría 1,13-15.2,23-24. Presenta de inmediato el tema de la muerte que volverá a aparecer en el evangelio de hoy: Dios no ha hecho la muerte, ni se complace en que los vivientes mueran. Todo lo creado por Dios es bueno y no es correcto que mueran.
En el evangelio Jesús resucitará la hija de Jairo.
El salmo responsorial (Salmo 30(29),2.4.5-6.11.12a.13b) reacciona a la primera lectura expresando alegría. Cuando estamos muertos Dios nos hace revivir.
La segunda lectura corresponde a la Carta II de San Pablo a los Corintios 8,7.9.13-15. Es la continuación de la lectura del domingo anterior. En esta lectura Pablo exhorta a los cristianos de la comunidad de Corinto a que sean generosos y compartan de lo que tienen. Así los ricos siempre tendrán y los pobres también tendrán, al recibir de los ricos. “Así habrá igualdad,” dice. Porque no se trata de que unos pasen necesidad y otros vivan en abundancia. No es asunto de que todos terminen pobres. Es asunto de nivelar los bienes de unos con las necesidades de otros. La abundancia de unos suple la necesidad de otros, dice Pablo.
Vale la pena citar este pasaje de San Juan Crisóstomo:
«¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre, y no me disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.»
–San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el evangelio de san Mateo 50,3-4.
El evangelio de hoy continúa la lectura de San Marcos en el capítulo 5,21-43. Aquí hay tres narraciones. Primero, está la narración de la predicación de Jesús. Jesús llega a la otra orilla del lago de Genesaret en Galilea. Una gran multitud viene a escucharle y se aglomera a su alrededor.
La segunda narración se presenta dentro de la primera y es la de la resurrección de la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga. La tercera es la curación de la hemorroisa, a su vez dentro de la segunda narración.
En estos milagros se confirma la llegada del Reino. El plan de Dios es que lleguemos a estar sanos y tengamos vida en abundancia. De nuestra parte se espera que tengamos fe. Así,
Juan 6,47 – «En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.»
Romanos 10,9 – «si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.»
I Juan 4,15 – «Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.»
De la abundancia del corazón entonces se producen las buenas obras. La fe lleva a la santidad y la santidad se expresa en las buenas obras, como lo apunta San Juan Crisóstomo en la cita anterior. Lo confirma San Pablo en Gálatas 5,6 («Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad»). La fe viva se muestra en el amor al prójimo.
I Juan 3,10 – «En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.»
El lector puede ver los apuntes sobre este domingo del año 2018: aquí.
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