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Domingo 3° de Pascua, Ciclo B

  En las lecturas de hoy se confirma la resurrección de Jesús, que a su vez cumple lo que predijeron las Escrituras, que el Mesías tendría que padecer y morir para abrir el camino a Dios para todos nosotros. Al final del evangelio de hoy encontramos de nuevo la invitación que el Bautista y Jesús anunciaron desde el comienzo, que debemos cambiar de vida (arrepentirnos y convertirnos) para emprender el camino al Padre. La primera lectura es del libro de los Hechos de los apóstoles 3,13-15.17-19. Es un pasaje con versículos del discurso de Pedro luego de haber curado a un paralítico. Este discurso junto a otros discursos parecidos y otros pasajes del Nuevo Testamento constituyen lo que conocemos como la predicación original de los primeros discípulos y apóstoles.  «Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello», dice Pedro. «Dios cumplió de esta
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Domingo 2° de Pascua, Ciclo B

El misterio pascual es el eje principal de nuestra vida cristiana. El misterio pascual es Jesús que nos lleva a la unión con Dios mediante su pasión, muerte y resurrección. La realidad pascual incluye tanto la pasión y muerte de Jesús cuanto su resurrección. Por eso en la misa al celebrar este misterio decimos, «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús».  Todo el calendario litúrgico es un celebrar de este misterio de nuestra fe. Así, celebramos el misterio pascual de nuestra salvación con la temporada litúrgica de las semanas de cuaresma (nuestro morir al pecado y al egoísmo y a la vida alejada de Dios), que da paso y se refleja en el aspecto positivo de la resurrección en la temporada litúrgica de las semanas de Pascua. Igual, la Semana Santa se refleja en la semana pascual siguiente. Es lo mismo que decimos del bautismo, que conlleva las semanas del catecismo o catecumenado, el morir al quedar sumergidos en el agua y luego el renacer al salir (emerger) de l

El misterio pascual

He puesto unos apuntes en formato de una presentación en YouTube. Invito a verlos pulsando aquí . También propongo otra presentación de años anteriores, igual. Para verla, pulsar aquí .

Domingo de Ramos, Ciclo B (año 2024)

  Este domingo celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. De esta manera evocamos el triunfo final de Jesús cuando todos entraremos con él a la Nueva Jerusalén, la celeste.  Podemos tener eso en mente al hacer la procesión con ramos antes de entrar al templo para la celebración del día.  Una vez entrados al templo, se lee la primera lectura, de Isaías 50,4-7: «El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.» De esa manera el profeta Isaías quizás se refirió a sí mismo o también al pueblo de Israel, maltratado y humillado por los asirios y babilonios. Dice que descubrió (Dios le abrió el oído) que Dios no lo abandonaría, lo que también se aplicaría al pueblo. Esto también lo entendemos como profetiza

Domingo 5° de Cuaresma, Ciclo B

  Unos griegos piden ver a Jesús En el evangelio de hoy unos "griegos" (probablemente unos "helenistas", o judíos helenizados de la Diáspora) piden ver a Jesús. Pero entonces Jesús no se dirige a ellos, sino que dice, "Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado". Quién sabe (conjeturamos que) su espíritu está conturbado ante su inminente pasión y muerte. Más adelante dice, "Padre, glorifica tu nombre". Entonces se oyó una voz del cielo, nos dice el evangelio, "Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar". La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel". Podemos pensar que Jesús en cuanto humano tenía que sentir angustia y miedo ante lo que sabía que se le venía encima a causa de la hostilidad de sus enemigos, lo que lo llevaría al sufrimiento y la muerte. ¿Cómo se vería esto? ¿No se vería como un fracaso? ¿Se vería como un desac

Cambio de vida y responsabilidad ecológica

No es responsabilidad del papa. Es cosa de todos.   En cuaresma y Semana Santa muchos cristianos tornan su mirada a Dios. Sabemos que mirar a este mundo es también mirar en la dirección de Dios; es mirar lo que hay y mirar lo que podría haber según el plan de Dios.  Vemos la belleza de la creación y vemos cómo nuestra actividad depredadora embarra esa belleza y en último término nos afecta a nosotros mismos. Necesitamos una revisión de vida en lo que tiene que ver con nuestra relación al medio ambiente.  No estamos llevando bien nuestra relación con la madre naturaleza. Dios nos dio libertad y estamos usando esa libertad a la ciega, como si fuéramos unos topos ciegos metidos en las entrañas de la tierra sin darnos cuenta de las consecuencias de nuestra actividad.  Últimamente caemos en cuenta de los espejismos que nos ciegan, como las imágenes de la buena vida de champán y tenis de diseñador. Últimamente caemos en cuenta que antes nos propusimos ideales de vida como ese, sin pensar en

Domingo 4° de Cuaresma, Ciclo B

  En el evangelio de hoy (Juan 3,14-21) el fariseo Nicodemo va a ver a Jesús de noche. Jesús le anuncia el evangelio, la buena noticia, el motivo de alegría, porque Dios no se ha olvidado de nosotros y nos ofrece la salvación en la misma persona de él, de Jesús. "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna," le dice Jesús.  La primera lectura de hoy (2 Crónicas 36,14-16.19-23) nos presenta al pueblo de Israel y Judá, que no fueron fieles a Dios y cometieron todo tipo de maldades y pecados. Aun cuando Dios envió profetas ellos se burlaron de los profetas y hasta los persiguieron. Por eso Dios encolerizado los abandonó para que fueran víctimas de los asirios y los babilonios, que los expulsaron de su territorio. Entonces Dios decidió traerlos de nuevo y restaurarlos como pueblo a través de Ciro, emperador de Persia, que autorizó la vuelta del destierro y la reconstrucción