A la derecha, imposición de las cenizas el Miércoles de Cenizas.
1- En el espíritu de Vaticano II quiero enfocar el tema en sentido pastoral.
1a-Por favor, leerme hasta el final y no saltar a conclusiones desde la primera línea. Gracias.
2- Dentro de la visión cotidiana de la Iglesia (como una institución con jerarquía) hay que reconocer que hay una pluralidad de feligreses con distintas necesidades espirituales. Tenemos la tendencia a uniformarlo todo. Algunos tienen la madurez espiritual que les permite pasar por alto si el que preside la asamblea es hombre o mujer. Otros no, sobre todo los que no tienen tanta formación religiosa.
2a- Cada comunidad tiene sus necesidades propias y debe poder decidir, aquí es donde la jerarquía tendrá que cambiar su modo de pensar, si son capaces de reconocer que eso no implica perder autoridad.
3- Hay un sacerdocio único, el de Cristo. Los otros son sacerdocios ministeriales. Por eso Vaticano II no habló de "sacerdotes", sino de "presbíteros", "ministros directores de la comunidad", junto a los "ministros ejecutivos", los obispos (supervisores) y los diáconos (administradores).
3a- Entonces, podemos hablar de mujeres presbíteras, se trata de un ministerio sacramental cuya autorización de por sí es un sacramento. No se les permite ser presbíteras por una ceguera masculina de poder, ya que en la psicología masculina lo importante es controlar todo (sobre todo los célibes que pueden, subrayo pueden, tener complejo de castración.
3b- Los laicos también participan del sacerdocio de Cristo y por tanto están llamados a predicar y propagar el Evangelio, en virtud de su bautismo. De hecho, los laicos tienen más autoridad teológica que los presbíteros y diáconos. Los laicos derivan su mandato y autoridad del bautismo. Los obispos derivan su mandato y autoridad de su ordenación episcopal. Pero los presbíteros derivan su autoridad del obispo, lo mismo que los diáconos, según el Concilio.
3c- Sin entender esto a cabalidad (o por tosudez) se presentan los obispos como delegados del Papa o con autoridad derivada del Vaticano. La autoridad del obispo le viene de Dios, de su ordenación, igual que la del laico, de su bautismo.
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