En un reciente artículo de fondo del New York Times (http://www.nytimes.com/2010/10/10/opinion/10kristof.html?th&emc=th) se comenta el hecho de nuestro desconocimiento sobre las diversas religiones en Estados Unidos. La mitad de los católicos desconocían la doctrina sobre la eucaristía. La mayoría de los protestantes no sabían que fue Martín Lutero el que desencadenó la Reforma. Casi ningún judío supo quién fue Maimónides. Y resultó que los ateos fueron los que estaban mejor informados sobre datos de la religión.
En particular, casi nadie sabe que en el Deuteronomio 22:21 se establece que en la noche de bodas, si la mujer no sangra, merece morir apedreada. De la misma manera pocos musulmanes saben que Mahoma se casó con una judía en dos ocasiones y pocos cristianos están al tanto de que San Pablo le prohibió a las mujeres hablar o predicar en la iglesia. Y así sucesivamente.
El hecho es que al menos en el cristianismo todos, en todas las iglesias, somos selectivos con los pasajes de la Biblia que admitimos. Unos citan la prohibición del adulterio, pero no citan el hecho de que la poligamia se ve como común y natural en la Escritura. Y así sucesivamente, se pueden encontrar muchos ejemplos de nuestra selectividad al escoger los textos que preferimos y desechar otros.
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Escena de la película The Stoning of Soraya M. |
El hecho es que al menos en el cristianismo todos, en todas las iglesias, somos selectivos con los pasajes de la Biblia que admitimos. Unos citan la prohibición del adulterio, pero no citan el hecho de que la poligamia se ve como común y natural en la Escritura. Y así sucesivamente, se pueden encontrar muchos ejemplos de nuestra selectividad al escoger los textos que preferimos y desechar otros.
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